Vinos de syrah mediterráneos. Cata 212 de la Peña La Verema

Después de lo acontecido el pasado 21 de julio, no sé cómo agradecer a Antonio Giménez la gran noche que nos hizo pasar en la primera cata que organiza para la peña. Valga esta crónica para dejar plasmado el buen momento que pasamos y como agradecimiento a Antonio y Elvira, magníficos anfitriones.

El año pasado, bebiendo syrah canadiense en un restaurante de Banff, tuve una discusión con un maitre australiano sobre la syrah canadiense, australiana, chilena, argentina, californiana, etc. Me molestó un poco la ignorancia y/o menosprecio hacia la syrah mediterránea, cuna de esta uva, por parte de este australiano y de un canadiense que pasaba por allí. He aprovechado la ocasión para, dejando a parte las dudas sobre su origen (Persia e Italia), echar un vistazo a o que elaboran hoy día, cuatro países mediterráneos. (Si tuviera el e-mail del australiano, le mandaría la reseña de la cata).

Este es el punto de partida de la primera cata que Antonio Giménez preparaba para la Peña La Verema. El hilo conductor: vinos mediterráneos monovarietales de syrah. La selección de los cuatro vinos fue, además de original, excelente, pues todos fueron valorados por encima del 8 de media, una nota muy alta si vemos el histórico de la Peña. La clasificación fue la siguiente:

Domaine Monier Saint-Joseph Terre Blanche: Un vino del Ródano norte de cultivo biológico y elaboración biodinámica. Primer clasificado de la noche que a todo el mundo cautivó. Nota media de 8,67. 

Ktima Kir-Yianni Syrah 1999: Vino macedonio, (sí sí, macedonio), monovarietal de syrah en el que el paso del tiempo dejó constancia en la fase visual. Un vino muy rico que apenas quedó en segundo puesto por apenas unas centésimas, así que podríamos decir que, técnicamente, hubo un empate de estos dos vinazos. Nota media de 8,64

Planeta Syrah 2006: Nos vamos a Sicilia, a una de las bodegas más de moda, conocida por sus vinos de calidad, vistosas etiquetas... y precios elevados. Tal vez el vino de corte más moderno de la cata, que quedó en tercer puesto con un 8,5.

Toni Gelabert Syrah 2006: 12 mese de barrica para este vino mallorquín de la D.O. Plà i Llevant cuya nota media fue de 8,37. En esta cata, quedar el último tampoco es ningún deshonor, las diferencias de nota son mínimas, así que décima arriba, décima abajo, todos los vinos resultaron ser dignos de mención especial. Es un vino de gran personalidad, y el más barato de la cata.

La conclusión es que la cuna de syrah sigue dando buenos vinos de esta variedad, sin menospreciar los vinos del nuevo mundo, por supuesto, y al margen del pique dialectal que mantuvieron el camarero de Banff y el organizador de la cata. Como gran descubrimiento, ese Ktima Kir-Yianni Syrah 1999 que nos dejó a todos boquiabiertos, por su calidad y procedencia. 

A continuación, llegó la cena con la que Antonio y Elvira nos agasajaron, que tampoco quedó corto en vinos para el maridaje.

Empezamos con unos cucuruchos crujientes de titaina y unas albóndigas bacalao. Por supuesto, todo casero y elaborado por nuestros anfitriones. Las albóndigas tenían ese sabor de casa, de las que hacían mi abuela y ahora hace mi madre, así que poco que añadir, que son un referente referente gastronómico para mí. Original la presentación de la titaina, un preparado típico valenciano a base de tomate, pimiento rojo, atún, piñones y ajo (hay quien le pone huevo duro) en una masa de empanadilla en forma de cono. Muy rico también.

Para beber, Billecart-Salmón Brut Rosé, una maravilla, como siempre. Y es que no hay cosa que mejor maride que los platos de toda la vida con el champagne (¿o acaso es que yo marido perfectamente cualquier cosa con champagne?).

El segundo plato que llegó a  la mesa fue sin duda el más vistoso de la noche: peras con caramelo rellenas de foie. Suenan tan bien como pintan y saben aun mejor. Una pera ligeramente almibarada rellena de foie y un poco de caramelo sobre ellas. Un plato muy rico al que vino como anillo al dedo un Sauternes de Johanès Boubée. Y es que ya es todo un clásico el foie con el toque dulce, pero en este caso, tanto la preparación como el vino destacaron.

Para el plato de salmón marinado al eneldo tomamos Stratvs Malvasía 2010, un vino seco muy bueno que resultó ser un buen acompañante de este salmón preparado con mimo por Antonio, quien nos rebeló el secreto para elaborarlo: mucho tiempo y estar jubilado. El caso es que quedó exquisito y el vino cumplió las buenas expectativas que la original botella ya dejaba entrever.

Para terminar con la sección salada, roast beef de lomo de añojo con salsa de trufa, puré de patata y cebollitas caramelizadas. Pues qué más se puede decir, plato perfecto para terminar la cena. ¿Con qué podríamos beberlo? Pues el anfitrión decidió que qué tal un Valbuena 5º año 2003... Y claro, así cualquiera. Tras algo más de  8 horas decantado, el vino se mostró en perfecta forma. Es cierto que, como comento en la nota de cata, el vino estaba más goloso de lo que acostumbran a estar estos vinos, pero al roast beef le acompañó perfectamente. 

Terminamos la noche con un tocinillo de cielo (especialidad de Antonio), mermelada de fresa (elaborada por Elvira) y cerezas de Aragón. Magnífica guinda de esta velada que terminamos con un Vega Moragona moscatel de grano menudo dulce  que trajo Pepe García. Interesante moscatel de controlados terpénicos en nariz y buen equilibrio de acidez y azúcar en boca.

La sobremesa se alargó hasta cierta hora de la madrugada (tampoco hay que dar más datos que los precisos). Con buenos vinos, buena compañía y una buena conversación, el tiempo es lo único que sobra.

Gracias a Antonio y a Elvira por las horas invertidas en la preparación de la cena, la selección de los vinos, abrirnos las puertas de vuestra casa y soportarnos.