El Valle del Ródano. La viña y Alain Graillot

Apenas un día en el Rodano y ya habíamos gozado de lo líndo, había sido tiempo suficiente para hacernos una idea global de lo que se cocía por estos lares, la tipología de los vinos que en estas latitudes se elaboraban y para descubrir el verdadero carácter de la syrah en el terroir que la vio nacer.

El domingo lo dedicamos a pisar la viña, estábamos a los pies de algunos de los viñedos más renombrados del mundo y aprovechando una de las jornadas con más luz de la escapada, nos decidimos a iniciar la “escalada” a la Cote Rotie. Ascendimos por esas empinadas terrazas que se levanta desde Ampuis (en muchos tramos al coche le costaba subir en primera) con pendientes que llegan hasta un 60 %, suelos de esquito, que conforman un estudiado solárium con orientación sudeste que según dicen es un verdadero horno en verano (de ahí su apelativo Rotie- Tostada). Recorrimos las Cote Blonde y la Cote Brune (la rubia y la morena por las diferentes tonalidades de su suelo), las dos laderas más visibles y afamadas que acogen en su seno viñas tan famosas como La Mouline, La Landonne y La Turque. La vista desde lo alto de la ladera, el dibujo de las terrazas trazadas, Ampuis y  el Rodano a nuestros pies, es sencillamente espectacular.

La siguiente parada era el Hermitage, con apenas 130 ha. de viñedo conforman sin duda la colina con más fama e historia de cuantas existen en esta región. Los vinos que de ella se obtenían ya eran celebres en la época romana y junto con la Romanee Conti y algunos de los grandes de Burdeos han sido considerados los mejores vinos de Francia. La colina ubicada al margen izquierdo del río, aprovechando la orientación sur, con el bonito pueblo de Tain l´Hemitage a sus pies, regalan una imagen de bellísima estampa. Subimos por sus inclinadas pendientes (más tendidas eso si que la Cote Rotie) hasta la pequeña ermita o capilla (que da nombre al Hermitage más conocido de Jaboulet “La Chapelle”) desde la que el tiempo se para, la imagen te cautiva, el gélido frío propio de esta época apenas se percibe y los sueños comienza a aflorar.

Dos paradas teníamos previstas en el descenso hasta el pueblo, una la cooperativa del pueblo, nombrada la mejor cooperativa de vinos de Francia, Cave de Tain, en la que pudimos cata unos 10 vinos de las diferentes regiones del Rodano Norte, sorprendiendo la calidad de alguno de ellos a unos precios realmente competitivos.

Y como no podía ser de otro modo, un lechuzo como yo no podía dejar de visitar de nuevo la boutique de chocolates Valrhona, y degustar las diferentes elaboraciones que allí confeccionan. Es una pequeña tienda en la que puedes comprar chocolates elaborados por esta casa de gran prestigio internacional en el obrador anexo a la misma, pero a su vez tiene muestras de todo tipo que puedes ir probando sin pagar ni duro por ello. Como os podéis imaginar dejamos salir nuestra más profunda esencia española y salimos sin nada de hambre.

Fueron apenas 45 minutos de visita pero para mi fueron suficientes, cumplí otro de los grandes objetivos del viaje, conocer a Alain Graillot. Recién llegado de viaje tuvo la delicadeza de recibirnos en su bodega de Pont-de-l´Isere, el pueblo más al sur de Crozes Hermitage. Quizás no sea unos de los elaboradores de mayor prestigio, ni sea la región más reconocida del Rodano, pero Graillot fue quizás quien a mi personalmente me ayudo a descubrir la esencia de la verdadera Syrah y sin duda será siempre una de mis bodegas de referencia, de la que últimamente siempre hay alguno de sus vinos en mi cava, con una fantástica relación calidad precio. Graillot es una de esas personas en las que encuentras duende en sus ojos, inteligencia, clarividencia, no hace falta escucharle hablar para saber que es una persona con las ideas muy claras. Con un perfecto castellano nos hizo una pequeña visita por las instalaciones de su bodega, en la que se sigue sin encontrar madera nueva. Catamos sus blancos, elaborados en barricas de 600 l. sin maloláctica y con la intención de consumirlos pronto, de hecho utilizan “roscachapa” para el cierre de sus botellas. Después pasamos a la nave los tintos, donde catamos las últimas añadas aun elaboración 2009 y 2010, con el estilo propio de la casa, destacando en algunas barricas vinos con notas animales que rápidamente evolucionaban dando paso a la fruta. Repito a pesar de lo corta de la visita para mi fue un auténtico privilegio el poder estrechar la mano y catar junto con uno de los hombres del vino que más respeto me infunden.

Y la fiesta continúa.