Para salir un poco de Cabo de Palos y habida cuenta que era un fin de semana tranquilo (no soporto La Manga en temporada alta), nos decidimos a ir a este restaurante que tiene unas vistas increibles del mar Menor. Reservamos mesa el dia anterior y practicamente se llenó. El local tiene un comedor separado y otra zona de barra donde tambien hay mesas para comer. Es una especie de pasillo muy ancho y el unico inconveniente es el trasiego de camareros. A cambio estabamos pegados a la cristalera con unas vistas magnificas.
Rapidamente nos entregaron las cartas y mientras decidiamos nos preguntaron por la bebida. Despues de pedir 3 vinos de la carta que no tenian le dije algo enfadada al encargado que mejor me dijera que es lo que tenian. Me comentó que estaban en proceso de cambio para la temporada alta y me ofrecio un verdejo que no conocia: Navesur. Pues bien… el vino no podia ser peor. Ni olor ni sabor. El hombre debio notar mi gesto y me dijo que lo cambiaba. Se fue a rebuscar y aparecio con un Protos verdejo comentando: este creo que esta mas a la altura de lo que quieren… Y la verdad es que es un vino que cumple. Hasta aquí, todo habian sido “tropiezos” pero hay que decir que la amabilidad era extrema y el encargado solo queria contentarnos, lo que consiguio. Trajeron tambien una tapa para el aperitivo muy abundante: una tosta con pimientos y gambas y un trozo de tortilla de patata.
Como encargamos una paella de marisco solo pedimos para picar antes un calamar fresco a la plancha que se demoraba… De nuevo nos mosqueamos y cual fue nuestra sorpresa al ver aparecer un pedazo de calamar fresquisimo, primorosamente presentado (una pena no tener foto) con diferentes aderezos sobre una base de ensalada muy lograda. El punto de plancha del calamar perfecto. Habia merecido la pena la espera.
Luego ya vino la paella que sin ser excelente estaba buena. Quiza algo pasado el arroz.
Terminamos con unos cafes y nos dieron unos vales para tomar un cocktail en el area lounge. Volvimos por la tarde a tomar un GT pero estos no estaban incluidos en los vales . Aunque hay que decir que los GT ( de Tanqueray y Schweppes) no fueron caros: a 7 € cada uno disfrutando de una puesta de sol maravillosa en la terraza.
Por lo que vimos en la carta y los platos que pasaban, merece la pena volver a probar mas cosas. La comida 62,5€ .
Y un 10 al maitre que demostró una profesionalidad de las que ya no se llevan… desgraciadamente
No voy a valorar el apartado del vino porque considero que no es valorable despues de las explicaciones que nos dio el maitre sobre su situacion de cambio