Estuvimos hace unos años, despues de una visita al palacio de Riofrio en un dia lluvioso. La entrada no nos sugeria nada bueno, pero una vez en el comedor, con paredes de ladrillo ceramico y grandes vigas de madera en el techo la cosa cambió. Comida sencilla pero bien elaborada, y raciones abundantes, ideal para comilones en un dia lluvioso. Pimientos de piquillo, racion de morcilla de burgos y un chuletón enorme y exquisito, de postre una tarta de queso con arandanos muy buena. Hace 2 dias unos amigos fueron recomendados por mi y me dijeron que tomaron unos estupendos judiones de la granja y un magnifico cochinillo. Todo ello con un precio muy contenido, por no decir barato. Carta de vinos corta y sin alardes, coperio flojo.

Si estas por la zona de segovia y quieres comer "de verdad", sin llegar a entrar en la ciudad, este sitio te sorprenderá gratamente.