De hecho íbamos hacia el coche para ir a algún otro sitio porque no habíamos visto nada en Ainhoa. Y al otro lado de la carretera vimos una especie de tienda de souvenirs donde al parecer se servían comidas. Echamos un vistazo a la carta y.... qué buena pinta! Y entonces vimos pasar un par de platos que confirmaban la buena pinta de la carta y nos acabamos de decidir.

Había la opción de menú completo (22€) o sólo 2 platos (entrante y plato o plato y postre). Yo me decidí por el menú completo. De entrante me pedí una "garbure" que viene a ser una especie de sopa con col, alubias, verduras varias y algo de carne de cerdo. Muy rica y reponedora. De plato principal elegí el plato del día que eran unos deliciosos chipirones a la provenzal, salteados con ajos, hierbas aromáticas y pimienta de Espelette y acompañados de arroz. De postre tomé un excelente queso de oveja acompañado de confitura de arándanos y pan de higo. Rosa tomó el menú corto (18€), chipirones y Dame Blanche (helado de vainilla, chocolate caliente y nata). A Marta le pedimos un plato combinado (14€) que llevaba lomo adobado, un huevo frito, patatas fritas, ensalada y pisto. No dejó ni rastro, con lo cual deduzco que debía estar bastante bueno todo.

Para beber pedí una copa de un vino de la AOC Iroleguy, Domaine Brana blanco, servido en copas correctas y que me recordó mucho a nuestros verdejos (fruta tropical y ese punto amargoso final). Servicio muy amable. Mesas muy juntas, con unos originales fruteros de cerámica llenos de naranjas como separadores de mesas.

En definitiva, una muy buena opción en la zona, y más teniendo en cuenta la escasez de restaurantes en Ainhoa.