Buen hacer Manchego

Aprovechando el Viernes Santo (y un día por fin soleado en Madrid), la parienta-novia y un servidor decidimos hacer una escapadita a Toledo para visitar la ciudad y ver alguna de las múltiples procesiones, un Viernes dominguero, por así decir; al final, lo de siempre, comida y bebida a raudales. En fin, vamos al turrón...

Sobre las 20:30h, y tras un periplo que duró desde las 12 de la mañana -paseando, conociendo, degustando y tapeando- recalamos en este recoleto café-restaurante situado junto al Teatro Rojas con la intención de tomar una cervecita y picar algo antes de asistir a la procesión de las 21:00h.
El local se divide en dos plantas, la de entrada -que es un bar al uso, de estética y decoración modernilla aunque algo abigarrado- y la inferior, que cuenta con unas cuantas mesas altas y el acceso al comedor, ubicado en una antigua cava y de ambiente íntimo y acogedor -contaría apenas con 12 mesas bien espaciadas-. Decidimos acomodarnos en esta planta de abajo y, tranquilamente acodados en una de las mesas altas, somos abordados por el maitre quien amablemente nos anima a ocupar una de las mesas del comedor; nosotros le indicamos que no vamos a cenar, solo tomar algo rápido para asistir a la procesión. El señor insiste y finalmente la voz de la experiencia se impone: "pero estarán más cómodos sentados, ¿no?" y efectivamente, es así. Punto para el caballero. Accedemos y ocupamos una mesa en la cava, compartiendo el comedor con la única pareja que nos "acompañaba" en esta estancia. Echamos un ojo a la carta y el chiscón no es barato: diferencias de en torno a los 5-10 euros por plato respecto lo que habíamos ido viendo a lo largo del día en la ciudad. No obstante dado lo agradable del local, la genial rapacidad del maitre para encalomarnos una mesa y la "gusa" que ya arrastrábamos, nos decidimos por quedarnos. El picar algo rápido al final se convirtió en una cena informal, tal y como se veia venir (grandes vendedores estos Toledanos):

- Aperitivo: dos chupitos de salmorejo, clarito -más bien tenía punto de consistencia de gazpacho- pero bien fuerte de ajo, como a mi me gusta. Con su mini aderezo de ibérico y huevo picado por encima. Muy rico.
- Carcamusas: (13 euros) una ración mediana de carne magra de cerdo guisada con tomate y verduras con tropezones de chacinas toledanas. Plato típico de la ciudad que, aunque caro para ser lo que es, estaba bien bueno. Con una salsa de esas de rebañar hasta gastar el plato y con el valor añadido de contar en su elaboración con la inclusión de las ricas chacinas toledanas -muy especiadas y melosas-, el platillo nos encantó. Un 8.
- Chuletas: (16 euros) 7 chuletas de un lechal que ya tiraba a recental hechas a la plancha con un acompañamiento de patata frita servido al lado como timbal, todo ello espolvorado con abundante pimienta rosa. Correctas sin más, la patata algo pasada de punto y la pimienta anulando el sabor en gran medida. Un 6.

Dadas las prisas, no tomamos postre pero si café y un chupito rápido.

El total consumido fue una cerveza, 1 copa de vino manchego -no recuerdo el nombre- 2 refrescos, chuletas y carcamusas, 1 café y un shot de hierbas, por un precio total de 42 euros, incluido servicio, aperitivo y 2 panes -muy buenos- por barba.

Lo mejor: el servicio. Tablas y "savoir-faire" en un camarero-maitre que nos enamoró con su atención, discreta cercanía y capacidad para engatusarnos para cenar. También las carcamusas y una más que correcta RCP.

Lo peor: quizás el platillo de chuletas, aunque no se me ocurre nada que fuera realmente lacerante. Recomendaría el sitio sin dudar.