Restaurante Mediterráneo en Pinedo
Restaurante Mediterráneo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
20,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
22 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.6
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.5
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
5.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Puntillas
Calamares
Patatas bravas
Arròs negre
Opiniones de Mediterráneo
OPINIONES
4

Así es todo en este Rte. Las dos terrazas llenas, buena separación de mesas, te preguntan al reservar donde quieres, recomiendo la más cercana al paseo, más fresca. Correcto el servicio, sólo un pequeño parón entre los entrantes, que salieron muy rápidos, y el arroz.
Amplia carta, nos decantamos por picar y un arroz de chipirones ajos y habas, nos preguntaron al hacer la reserva si íbamos a tomar arroz por tenerlo previsto.
Correctos los calamares, también apostaría por ser rebozo propio,buenos de punto.
Cocas de blanquet, nada aceitosas y eso que estaban demasiado gruesas, bien.
Esgarraet, mucho pimiento grueso y ajo, poco bacalao y algo de mojama.
Encebollado de gambas y setas. Unas gambas mejores favorecería mucho este plato que queda soso por ser tan pequeñas y faltas de sabor.

La paella de chipis, ajos tiernos y habas es seco y abundante, bueno de punto, algo falto de sabor.

Un helado y un correcto brownie de postre.

Unas cañas, un blanco Ostras Pedrín variedad verdosilla(merseguera), rico, fresco.
Aguas, cafés del tiempo y un cremaet de ron que sobre estar lleno, no ponen ningún problema en hacer.

Correcta opción frente al mar a buen precio.

Vuelvo a destacar este restaurante que siempre tengo a mano. En esta ocasión llamo con miedo para pedir mesa a las 15:30 h. Ningún problema, incluso nos dicen que aún habrá mesas finalizando. Hoy tocaba esperar a que una "sufrida" acabara su jornada laboral. Los niños comen antes, no aguantan, por lo que las dos parejas ya juntas y liberadas de esa preocupación pensamos que no queremos comida rápida.

Ya habíamos elegido en la reserva express el arroz que queríamos, por lo que al llegar lo primero que se abordó fue el vino de su corta carta. Curioso que tengan mejores opciones en tintos que en blancos siendo un sitio de playa donde normalmente todo gira alrededor del pescado. En este caso y debido al arroz, nos vino bien. Un Enrique Mendoza Merlot-Monastrell del 2010 realmente rico para el Arros amb anec. Potente, con muchos ingredientes variados. Quizá porque en realidad era un híbrido de este arroz con el de fesols i nabs, de hecho así se reservó por teléfono. Ante la observación sobre esto nos dicen que ellos le llaman de pato y así es como figuró en la cuenta. El caso es que llevaba parte de uno y de otro, y lo importante es que resultó tremendo. Pedido para tres pero donde los cuatro repetimos varias veces. Aquí las cantidades del arroz que pidas son siempre grandes, sobre todo en melosos y caldosos.

Le precideron unas tellinas y unos chipirones en alls tendres i fabes. Calibre pequeño de las primeras, sin arena y bien de sabor. Siempre son entretenidas. Los chipirones, pequeños también y en su tinta, sabrosos.

Botella de agua previa al postre. Salgo al paso para decir que no hubo cervezas previas a la comida.

Dos postres caseros para compartir ya que no quedaba mucho "sitio". Una tarta de la abuela, que es una tarta de tres capas con galleta, crema pastelera y chocolate, y un flan de taronja. Contundente hasta el flan, muy prieto.

Infusiones y café para finalizar.

Por lo explicado en una anterior valoración, es un sitio al que le tengo cariño de siempre al margen de quien esté. Pero en este caso siempre encuentro mucha predisposición cuando voy. No es un trato caluroso, aunque sí voluntarioso. Gente joven en la sala que cumple bien.

Tomar una buen arroz mirando el mar en Valencia es complicado, muy complicado. Alejarse de la capital es una buena solución pues bajan los precios, el número de comensales y se mima más el producto, por una simple cuestión de detalle. En Pinedo hay ofertas interesantes pero las últimas veces nos hemos decantado por el restaurante Mediterráneo. Comida de domingo donde apetece un poco de arroz y ver el mar, disfrutando del solete y de una relativa calma.
Obviamente, la comodidad es mayor en el interior del local que en la terraza, pero las vistas no son las mismas, así que puedes elegir entre una cosa u otra. La sala es bastante agradable y las mesas están muy bien distribuidas, por lo que puedes disfrutar de una cierta intimidad. La terraza tampoco está nada mal, pero suele estar desbordada de gente y el servicio se resiente sensiblemente.
La última que estuvimos encargamos un arròs negre por teléfono, cosa que recomiendo, reservar y acordar el arroz que se va a tomar, acelerando la comanda cuando llegas. Los arroces no son los mejores del mundo, pero están bastante buenos y tienen una buena RCP. A veces el punto se les va un poco pero en las cuatro ocasiones que hemos estado no ha habido ningún problema grave, de hecho esta vez el arroz negro estaba perfecto, tal vez le faltaba algo de sabor pero bastante bueno.
Los entrantes son sencillos, con algunas ensaladas interesantes, una bravas correctas, unas puntillas bastante buenas y unos calamares muy ricos, sobre todo porque se nota que los rebozan ellos y no son congelados (y si lo son, chapeau por el congelado de calidad)
Los postres tampoco están mal y son caseros, a destacar el tiramisú y la tarta de queso.

La carta de vinos es sencilla pero tiene cosas interesantes, aunque sigue faltando algo de oferta en vinos blancos y espumosos. Copas mejorables que, si la carta de vinos tuviera precios más comedidos, perdonaría, pero con esos precios me parece que se podría hacer una inversión en copas algo mejores.

El servicio es muy amable, atento, con mucha gente joven que se esfuerza por agradar al cliente y está bastante pendiente de las mesas, aunque si hay mucha gente el servicio se resiente sensiblemente.

Interesante para tomar un buen arroz huyendo de los clavazos para turistas, con una relación precio bastante interesante.

Y logicamente, hay quien ha envejecido. Este sitio es el de toda la vida, el de mi niñez. Íbamos cuando no había playa y las rocas llegaban hasta la misma cruz de Pinedo, y casi al mismo restaurante. Se respiraba incluso ese olor del agua retenida por ellas, por la rocas.

Aquí he comido salmonetes del tamaño de un meñique en la fritura, bocadillos de calamares... siempre en la terraza y de manera informal. Pero sobre todo, el recuerdo de mi padre cortando el sepionet, relevo que he tomado yo ahora.

Hoy los dueños son otros, la decoración es otra. Ahora se le puede llamar restaurante. Tan sólo ha crecido a demanda de una ambición, en este caso de la gente, del público. Antes uno se conformaba con sentarse y comer producto fresco. Pero ahora, hay que envolver todo eso.
Sigue teniendo buenísimas tapas, muy buen producto. Hoy la prueba era a comer, y para eso, en el interior.

Comida familiar de ocho personas con tres generaciones juntas.

Sala luminosa en la que se integran bien los tonos de las paredes, suelo y mobiliario.
Mesas bien vestidas, mantelería y servilletas de hilo blanco, vajilla correcta y copas discretas. Apoyo de copas de buen diseño para el vino si las solicitas.

Se pidieron los siguientes entrantes a la espera del arroz:

- Pan tostado. Con allioli casero ¡POR FIN! y tomate rallado.
- Patatas Bravas. Bien elaboradas, con dicho allioli.
- Calamares. Tiernos y de fino rebozado, con el sabor de mi "primera vez".
- Puntillas. Pequeñas, sabrosas y crujientes.
- Pescaditos. Lógicamente hoy ya no lleva aquellos salmonetes, pero el boquerón es pequeño, tanto que no sientes ni pizca de la espina, de bocado, y perfectamente fritos.
- Tortitas de blanquet. Sencillamente, nos han encantado. Son como las de camarones, pero con aladroc/boquerón. De buen tamaño, "cero" aceite, y con piñones ¡casi ná! Se piden por unidad.

Tiene carta de cervezas de la marca Ámbar, y una carta de vinos corta pero puede que lógica por cocina y clientes. Se puede echar en falta alguna que otra referencia por parte del aficionado avezado, eso está claro. Precios x 2, salvo en algún tinto con precio más ajustado.
Aparte de las cervezas y demás bebidas, pedimos un Nodus Chardonnay 2011 para el plato principal.

- Arroç de carranc. Sustancioso arroz de cangrejo pequeño de playa con galeras y gambas, servido en caldero de barro. La de veces que se ha levantado a servirse Otilio sénior... Buena cocción del grano y el sabor de un buen fumé. Generoso en cantidad. Sugiero pedirlo para uno o dos comensales menos de los que vayan si se piden aperitivos, ya que hay que tener en cuenta también las raciones de estos.

Algunos postres caseros de buena factura, como el tiramisú o la tarta de la abuela, hecha de flan con chocolate y galleta, junto a helados para los nanos, completaron esta copiosa y satisfactoria comida.

Servicio joven, atento y eficaz por parte de la señorita que nos tocó en suerte.
Volveremos.

"Papá, cuanto me alegro de verte en forma"

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