Cuando piensas que vas conduciendo sin rumbo de repente llegas a la casa de AL SON DEL INDIANO y las penurias del trayecto tendrán como recompensa una explosión de sabores.
Para dos comensales compartimos lo siguiente:
De entrada unas CROQUETAS LÍQUIDAS de ortigas(11E).Cuando llevas una croqueta a la boca y la haces que explote contra tú paladar sientes algo de un sabor y textura tan delicada que vas en busca de la siguiente con fervor.
Seguimos con unos CHIPIRONES ENCEBOLLADOS CON ARROZ AL CILANTRO(18E). Buena presentación. El arroz en su punto si acaso algo soso para mi gusto. Los chipirones jugosos. El gusto al cilandro se nota pero con mesura.
Para acabar un CACHOPO DE AHUMADO DE PRIA Y JAMON, HUMUS Y TARTAR DE TOMATE(19E).Es una vuelta de tuerca original al cachopo tradicional asturiano.La carne son 2 capas de hamburguesa de buey en la que el queso de pría y el jamón van en el medio dándole una textura y un sabor diferente. el tartar de tomate exquisito.
De postres se pidieron una MOUSSE DE CHOCOLATE BLANCO Y PASION(5E. Mejorable. Y una COPA DE QUESO FRESCO CON STREUSELS,MIEL Y HELADO DE MANZANA(5E).La combinación de sabores es intensa.El helado de manzana glorioso.
Para beber un Syrah armonioso.Sí, ésta uva es una debilidad que tengo. DEHESA DE CARRIZAL(19E)
AGUA(2,50)
CAFÉS(3E)
PAN(3E)
Y para la sobremesa en la coqueta terraza posterior un Gin tonic de G`VINE(9E)
El servicio muy amable y el chef me explicó la historia de unas croquetas muy del estilo de las de la casa que se comen en un conocido restaurante de Oviedo.
En definitiva sitio muy recomendable.
Un sitio con encanto, como muchos que hay en Asturias. La comida esquisita, las croquetas líquidas de hortiga son una delicia y yo probé la raya, un pescado ue me sorprendió, buenísimo.
A todo esto hay que unir la personalidad del dueño del restaurante, un personaje encantador, bohemio, viajado y cultivado que además de la buena comida te hace pasar un rato muy agradable.
Nos llevaron unos amigos de la zona que suelen ir bastante.
El restaurante es precioso, muy acogedor, en un pueblo perdido.
La comida buenísima, unas croquetas líquidas de ortigas sorprendentes y el arroz meloso en su punto. Los caldos muy bien recomendados. El gin tonic de G´vine la guinda. El precio apropiado por que pasamos una tarde estupenda, en un saloncito junto a la chimenea.
El dueño un tipo muy curioso.
Aunque llegar a este local sea un poco difícil, el paisaje vale la pena. Y luego nos compensará con una buena atención y una comida agradable.
Los precios son moderados en comparación con su oferta y el mercado circundante.
Carta media (sobre 20 platos y 6 postres) y menú-degustación con bebida elegida por la casa a 45 euros, más 1,50 de pan. La carta de vinos es modesta pero variada, además de una interesante selección por copas para los postres.
Destaco especialmente su "Hojaldre con trucha de Barganeiro", su "Bacalao confitado con piquillos, aceituna negra y queso ahumado de Pría", el "Atún en dos cocciones con terrina de frutos rojos" y la "Mousse de arroz con leche, helado de canela y gelée de limon".
A la carta se sale entre 40 y 50 euros por persona.
En épocas de mucho apuro, como ahora en verano, se resiente por escasez de personal, pero en temporadas intermedias es muy agradable.
Se puede combinar la comida con alojamiento en la zona dentro de una oferta conjunta, lo cual es interesante para quien esté de paso.
En un apartado pueblecito, se encuentra este bonito restaurante. Una vieja casa reformada pero conservando el aspecto de otros tiempos (decoración, cuadros, suelo de madera)
Original carta donde destaca el plato estrella “Pastel de ortiga”. Menú degustación por 35 €, basado en los entrantes de la carta, con un riquísimo “Pastel de morcilla, calabaza y manzana confitada”, “Hígado de pato con esponja de fruta de la pasión” o la “Crema de arroz con leche, helado de canela y gelatina de limón”. Además, varios platos típicos de la cocina asturiana con un toque que los suaviza un poquito.
Interesante carta de vinos; sin ser muy extensa encontramos el abrumador dominio de Rioja y Ribera, y dos o tres vinos de casi todas las denominaciones españolas restantes, y alguno extranjero. También vinos para postres. Temperatura y copas correctas, todas iguales, por lo que vi en otras mesas. No hay sumiller; le pondría un 3,5.