Italiano con pretensiones que no lo son

como decía Mejido, también cena en pareja un martes, en esta franquicia de creciente proliferación al menos en Madrid, en el local de Capitán Haya, quizás el de más pretensiones decorativas de todo Madrid.

A pesar de la fecha y hora, hay algunas mesas ocupadas (menos de un cuarto de entrada en términos taurinos) y se nos toma nota de las bebidas casi de forma inmediata y con buen tono y amabilidad; el servicio es eficiente y en menos de 3 minutos tenemos un agua, una botella de Lambrusco Rosso (10,86 €) a perfecta temperatura, unas olivicas verdes muy ricas y la cesta de panes de la casa: 6 buenas tiras de focaccia caliente -quizás algo subidas de altura- aderezadas con cebolla, pommodoro seco y olivas (para mí, que no para mi pareja, la de olivas no estaba muy buena). Pedimos igualmente otra casi a continuación (aquí llamadas Pane de la Tagliatella a 2,41 € c/u).

Respecto a la comida, pedimos 1 entrante, dos principales y un postre:
- Insalata Torre de Pisa. Aliñada con un espeso -me gusta más fuerte y líquido- aceto balsámico. Se trata de una torre que lleva verduras a la plancha -berenjena- con mozzarella y paté de aceitunas negras. Guarnicionado con lechuga y escarola. Aceptable. (10,41 €)
- Pizza Salume: con salami y huevo. Sencilla. De masa fina y crujiente (de horno de piedra), buen tamaño. No qudó nada. Aceptable. (10,32 €)
- Tortellone caprese: rellenos de de mozzarella, tomate y albahaca con salsa de pesto y parmesano rallado por encima. Algo amazacotados y plato muy pesado para la cena. No fue la mejor opción. (14,14 €) La ofrecen en el apartado de pasta ripiena casalinga. En lo que se me alcanza es una marca con un tipo de huevo y harina especiales.
- Sorbete de limón: el postre. Dos bolas correctas, de buena calidad, y como debe ser, más ácido que dulce. (4,91 €)

En total: 2 cestas de pan de la casa, 1 entrante, 2 principales, un postre, 1 botellin de agua (medio litro), y una botella de vino, todo 62,45 €. Como a Mejido me resultó algo caro a pesar de que la sensación general de la comida fuera satisfactoria.

Lo mejor y coincido con Mejido: el servicio, y el correcto, sin pasarse. nivel en general de la pitanza.
Lo peor: la sensación patente de restaurante de franquicia (impersonalidad, vaya) y los precios, poco ajustados en general "para ser un italiano" no de autor, como puede ser Don Giovanni.

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