Cerradas las obligaciones laborales, y con todo un fin de semana por delante, me dirijo con un amigo, junto con nuestras respectivas parejas, al Rodamón de Russafa, siguiendo para ello las recomendaciones -acertadas y sugerentes- de otro amiguete del foro. Nada más sugerírselo a mi primer amigo, sorpresa en su cara... ¡¡pues no lo conozco!! (luego me reconocería que sí, pero con otro nombre -La Lluerna, si mal no recuerdo). Pero vamos al lío.
Ubicación y entorno: La ubicación me la ahorro, porque está suficientemente comentada en estas páginas y es fácil de localizar. Lo justo para darse un paseíto de 15 minutos si se está alojado en el centro de la ciudad e ir abriendo el hambre -yo, la verdad, la tenía bien abierta, pues la manduca en la Pilareta al mediodía había sido “contenida” por voluntad propia-. Y allí que llegamos, para encontrarnos con un entorno interior muy satisfactorio.
Barra situada en el lado izquierdo, que da paso al una amplia sala diáfana. Colores claros (amarillos tenues, vainillas), buena iluminación, ambiente disentido y juvenil, local desenfadado, parroquianos de todas las edades -incluido uno de los asistentes del congreso en el que participé, de edad ya respetable, el cual, algo extrañado, me preguntó -hombre, ¿y quien te ha recomendado esto?- Buena señal. En lo que respecta a la barra, en ella se puede degustar, de pie, o sentado en alguna de las sillas altas que existen, las especialidades del local.
En cuanto a la zona de restaurante, todo muy bien y satisfactorio. Buena separación de mesas, las cuales tienen un tamaño adecuado para estar cómodo. Sillas también cómodas. Cubertería muy correcta y platos de loza blanca de diversos tamaños y formas que complementan el toque de modernidad general que tiene el establecimiento. Coperío muy correcto. Servilletas de papel, pero de buena calidad. A pesar de estar lleno hasta la bandera, el tema acústico me sorprendió, pues dada la separación antes indicada entre las mesas, podía mantenerse una conversación sin elevar la voz en exceso (vamos, sin gritar). Y todo limpio, muy limpio, daba gusto estar.. Y con los vinos a la vista, aspecto éste que siempre me ha gustado .... Esta va a ser una buena noche -me dije-.
Servicio y servicio del vino: Sin lugar a dudas, muy bien en este aspecto. Personal tremendamente amable (tanto que no hizo falta tirar de “recomendación”) y no exento de profesionalidad. Buena selección de vinos por copas, de diferentes precios (copas de 2,50, 3 y 3,50 euros), tanto blancos como tintos. No están -obvio- los grandes; quizá, ni siquiera, los “menos grandes”, pero el elenco de opciones que existen dan, de sobra, para lo que se va a comer y, por supuesto, es satisfactorio, pues te permite probar sobre la marcha al incluir, además, no menos de 7/8 denominaciones de origen. Vinos servidos en buena cantidad y, lo que es más importante, a su temperatura adecuada. Fenomenal.
En concreto, esperando en la barra, cayeron ya dos blancos para abrir boca (agustín torello xarelo y bolo). Después vendrían el finca viladellops garnacha (3), el casa castillo y el D2 mencía). Nuestros amigos prefirieron optar por diversas cervezas, bien tiradas y de buen tamaño.
En cuanto a la comida -cuyo servicio se realizó con buen tiempo entre plato y plato- la verdad es que la opción no puede ser más original, a lo que se une la existencia en carta de la indicación de opciones vegetarianas, así como la de comida para celíacos: un recorrido por diferentes espacios gastronómicos o cocinas del mundo -francia, italia, grecia, mejico/EEUU, peruana/argentina, oriental (china/thai) e, incluso -ojo al dato- británica (sandwich de rosbeef y fish and chisps), platos estos últimos que, a la vista de la buena elaboración que tenían los que tuve ocasión de disfrutar, incluso juraría que cabe la posibilidad de que estuvieran buenos.
Fuera bromas, las opciones elegidas fueron, en la barra, mientras esperábamos, dos croquetas excelentes y cremosas (por decir algo, quizá si se notase un pelín más el jamón ibérico mejor). Y ya en mesa, los rollitos de pato con salsa agridulce (crujientes, riquísimos, bien fritos). Una ensalada de pimientos y berenjena cuyo nombre específico no recuerdo, de buen sabor. 4 mini hamburguesas de sepia y langostino (ricas) y otras 4 mini hamburguesas de angus (excelente materia, que tuve que haber pedido -olvido y error mío- un poquito menos hecha), las cuales venían acompañadas con un canastillo de patatas paja. La presentación de todos los platos muy correcta y con un punto interesante de originalidad (en especial, las hamburguesas). Buena calidad de los ingredientes y raciones satisfactorias. Un conjunto, en sí, de lo más agradable.
Pan correcto. No hubo postres -había 5 posibilidades a 3,80 euros cada una-, ni tampoco cafés. La noche era agradable y la situación propiciaba, al menos, un buen GT, pero ya en otro sitio.
El coste total: Unos 60 euros (fui invitado, pero ya había visto la cuenta). Una RCP, sin duda, muy a considerar.
Para los que, como nosotros, buscan algo para picar sin hartarse, sin complicaciones pero con variedad, dejándose llevar, pero con ese plus de calidad que exigimos los que por este foro rondamos, con ese punto estilo, con la garantía que supone saber que estás en el sitio justo. Yo disfruté mucho del mismo, y la recomendación que de él me hicieron no pudo ser más acertada a tenor de lo que quería. De ahí que concluya este breve comentario con mi agradecimiento a la persona que tuvo la amabilidad -y el acierto- de recomendármelo.