Buena opción para tapas en el barrio

Lunes noche, así que local a 1/3, como es normal. El espacio es amplio y bonito sin duda, tirando a moderno pero sin estridencias. Me gusta el techo diagonal y el muro/vitrina de botellas. Cubertería, cristalería y mantelería (papel) en la tónica de los restaurantes por debajo de 25 euros. Esto es: normal.

La carta es original (platos separados por regiones del mundo) y bonita pero algo difícil de leer de un primer vistazo. Cuesta pillarle el tranquillo. Una vez lo logramos, decidimos pedir cuatro platos como si fuesen tapas (éramos dos). Error: las raciones son generosas, con tres habríamos tenido bastante. Nos trajeron un aperitivo, un par de minitostas, sabrosas pero sin más. Los platos: un ceviche de caballa que en realidad era una caballa fresca pasada entera por una vinagreta muy sabrosa, con un buen picado de verduras debajo. El mejor de todos, diría. Unos dim-sum (en la carta erróneamente etiquetados como wanton, si no recuerdo mal) con gambas bien hechos, consistentes. Una tortilla de patatas con lonchas de jamón encima de la cual lo mejor es que iba servida en uno de esos platos de casa de nuestras abuelas, transparentes. La tortilla era correcta sin más, estilo poco hecha (nada seca). Y un plato de minikebabs con cordero, ensalada (tomate y lechuga iceberg), salsa y los panes de pita para rellenar tú mismo. Este plato merece mención aparte. Las salsas eran normales, así como el pan. La ensalada era directamente insípida, casi como de kebab de verdad. El cordero, sin embargo, era jugoso, lleno de sabor, especiado en su punto justo y merecía el plato por sí solo.

Respecto a la bebida, tienen una selección buena de cervezas (tomamos Altura de Vuelo y Pons) y algo que se agradece enormemente: mucho vino por copas a precios razonables. Y aún así lo dan a probar cada vez, hasta el punto de que hice cambiar un vino dos veces sin problema alguno solo porque no me gustaba (obviamente estaban en perfecto estado), y en ambas ocasiones fue la camarera quien sugirió el cambio al ver mi mueca tras probarlo. Tomamos cuatro copas, dos por cabeza: Crego e Monaguillo, Neno, Convento Oreja Roble (el mejor, dos copas). En el aspecto del servicio, bien: la chica que nos atendió casi toda la noche y aguantó mi exigencia con respecto al vino, una joya. Otro chico que nos atendió ocasionalmente parecía algo más rudo (no en modales, sino en cosas como al dejar la cerveza en la mesa de un golpe, etc), pero nada grave.

En global, una buena opción para ir de tapas por Russafa.

  1. #1

    JaviValencia

    Un lugar en donde disfrutar sin que se resienta el bolsillo.

    Enhorabuena por la crónica.

    Saludos

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