El restaurante se encuentra ubicado en medio del pueblo
Es un pequeño restaurante de unas 25 sillas, con hogaril, lo que resulta acojedor. Todo restaurado hace poco tiempo a mi parecer
Antes de entrar en el comedor nos encontramos con una sala dedicada al vino, una estantería con vinos de su D.O Costers del Segre y 5 barricas de vinos, que según nos cuentan de elaboración propia.
De los vinos que disponen, el que me resultó más agradable fué la Garnacha, ya que muchos de los otros superan los 15% y no me resultan frescos ni aptos para una comida
También encontramos unos depositos de inox donde se presupone que fermentan sus vinos.
Un lugar acojedor y con un trato diferente al vino. Lo que le añade un plus al establecimiento.

La comida es correcta, sin grandes innovaciones, pero todo lo que provamos está muy bueno, es casero y se nota que está hecho con mucho mimo.
Puedes elegir tanto segundos a la brasa como comida guisada,...
Destacar que gustó mucho en la mesa el bacalao, los caracoles y la otra vez que estuvimos me encantaron los jarretes de ternera, que no los tienen en la carta porque no los elaboran todas las semanas.
Un punto a mejorar, es la introducción de más postres caseros.

Con respecto al vino, puedes probar todos los vinos que disponen y si alguno es de tu agrado, pides un decantador y te cobran 5€, precio muy razonable

Uno de los sitios que mejor he comido de la zona y que sin duda espero volver este verano

Es recomendable reservar porque en el comedor cabe como máximo 25 personas