Este restaurante es muy cuco esta decorado con gusto a lo rústico, con paredes de piedra y con mucha madera.
Nosotros llegamos a las 15:00; no había nadie para atendernos; así que nos sentamos donde nos dio la gana. Parece que el restaurante cierra a las 15:30; y no contaban con que alguien les entrara a ultima hora.
Al cabo de cinco minutos aparece la jefa de sala, se sorprende al vernos. Muy distante como si le molestara nos dio las cartas.
Platos tipicos de la zona; y carnes a la brasa.
Nosotros elegimos olla aranesa(la mejor que hemos probado hasta ahora) y ensalada de lentejas y jamón de pato.
De segundos, ternasco asado(correctito) y codorniz a la brasa( sabrosa).
Lo mejor fueron los postres; todos caseros; sorbete de moras( excepcional) y tarta de queso( muy rica).
La carta de vinos es corta pero tiene referencias atractivas; nosotros nos tomamos Vin~a del Sios.
Lo peor la jefa de sala; no se dedico a servir ni una copa; ni a traer ni un solo plato; a las 15:30 se largo, y nos atendió la cocinera en persona; que se moría de ganas de irse; nos intento levantar los platos antes de terminar un par de veces.
Precios un poco subiditos para un restaurante de cocina tradicional....

La carta tiene una amplia lista de platos típicos araneses, muy rica también la olla. Lo mejor el lugar, de estilo rústico con una chimenea grande, buena vajilla y servicio en general, buenas copas y muy buen vino que nos ofrecieron. Abierto desde hace 30 años como restaurante, reformó sus instalaciones para convertirse también en un pequeño y encantador hotel, me gustó mucho el ambiente del hotel (tres estrellas) y de la sala del restaurante. Como todos los restaurantes del Val d’Aran, imprescindible hacer reserva. Precio medio aprox.: 21,00.- euros. Aunque no es el lugar, he de decir que en general los araneses son especialmente amables, el trato en cualquier sitio, restaurante, taberna, pub... es realmente amable, simpático, amigable y muy familiar.