Buena cocina

Céntrico restaurante, su distribución irregular le dota de varios reservados y un comedor principal algo más amplio. Mobilario confortable, decoración coqueta, tal vez desentona un tanto el pavimento (EMHO). El conjunto resulta agradable.

Ofrece cocina de mercado, con base tradicional y alguna que otra licencia más moderna. Ofrece varios menús degustación y también la posibilidad de comer a la carta.

La carta de vinos organizada por tipos y por D.O.’s. Los vinos se sirven a temperatura correcta. La cristalería buena, creo recordar de la marca Schott. El sobrecargo es dispar, pero aproximadamente duplica el precio del de tienda.

Nuestra experiencia fue para comer, elegimos la formula 25 (25 €) y consistió en:

• Ensalada de alcachofas y crujiente de jamón, clásica y acertada combinación..
• Carpaccio de buey con queso parmesano y rúcula, buen prensado el de la ternera.
• Coca con panceta, contundente pero muy bueno.
• De principal: arròs amb fessols i naps, arroz caldoso cuya base cárnica proviene del cerdo. Muy, muy bueno el caldo y acertado punto del arroz.
• Strudel de pera con caramelo y helado de violetas.

Todo lo comido muy bueno, tal vez el postre no estuvo a la altura del resto de la comida.

Para beber, tras las cervezas iniciales y algún que otro vermouth (Perucci), empezamos con Lomalta M&S 2010 de Finca San Blas que tuvo un problema de TCA y ante tal problema el jefe de sala (Javier) respondió adecuadamente cambiándonos las copas y retirando el vino defectuoso. Posteriormente por recomendación de Javier pedimos un novedoso y frutal Hado 2009 de Bodegas Pujanza. Con los postres un correcto blanco de la zona del Loira.

Al pedir la carta de vinos, Javier nos comentó que “tenía la carta en volandas”, para pasar a recomendarnos un “Riojita o Riberita”. Dos frases que detesto, la primera porque con la tecnología actual no resulta aceptable el no tener la carta de vinos actualizada y la otra por razones obvias. Al final con el buen hacer, servicio y simpatia de Javier y el resto del personal y sobretodo con la buena factura de la comida, quedó subsanado el “tropezón” inicial.