Honestidad en su punto.

Con motivo de una reunión entre amigos, tuve la posibilidad de compaginar al mismo tiempo dos de mis grandes pasiones: la gastronomía y la fotografía.
Hace ya bastante tiempo que conozco este restaurante (incluso antes de la reforma), suelo ir con mucha asiduidad (lo considero mi restaurante de cabecera) y es para mi uno de esos sitios en los que comer siempre resulta una experiencia grata y placentera.
El local, como ya se ha comentado muchas veces, es elegante y tiene el encanto de las casas antiguas de tiempos pasados con techos altos, tonos neutros y destellos de color en las sillas. Consta de varios reservados destacando el que forma la bodega (en el que podemos admirar la antigua cancela que pertenecía al anterior restaurante).
Y que decir de la comida. Tengo predilección por varios de los clásicos de Javier y Amparo (olleta, mar y montaña, rabo de toro, lubina del sorro, etc.), pero aunque estábamos en la semana de Cuina oberta, tomamos un menú de degustación formado por los siguientes platos:

Aperitivo de la casa: Gazpacho de remolacha.
Entrantes: Bonito marinado en soja y vinagre de arroz, gazpacho de piparras y puré de tomate deshidratado.
Micuit de foie envuelto en hoja de espinaca con ensalada de crudités y aceite de vainilla.
El bonito es uno de mis entrantes favoritos por su excelente sabor y la combinación tan fresca que realiza con las piparras.
Pescado: Lomo de atún con cebolla confitada, marmitaco emulsionado y tagliolini de su consomé.
Otro plato realmente rico en el que el atún y la cebolla confitada te alegran el paladar.
Carne: Solomillo Van der Becke (gratinado y caramelizado a la mostaza de Dijon, en honor a Fernando).
Siempre en su punto y con mucho sabor.
Postres: Mojito a modo de postre.
Refrescante y divertido.
Horchata con fartons.
Me gusta mucho, pero sigo suspirando por la Bomba de torrija. Tal vez la próxima vez.
Todo aderezado por diferentes tipos de pan que se encargan ellos de realizar.

Para beber nos decantamos por un Astrales 2006, perfectamente servido.

Cocina honesta, con mucho sabor, puntos de cocción adecuados y materia prima de calidad. Generalmente de mercado pero con esos guiños a la creatividad que les hace tener su propia personalidad (al igual que el personaje de Vicente Blasco Ibáñez que da nombre al restaurante). Servicio muy atento, con profesionalidad y simpatía, del que te hace sentir como en casa.

Es uno de esos restaurantes que merecen la pena pasar de boca en boca.

PD: La RCP indicada es con relación a visitas anteriores, ya que esta vez no pagué yo.

Recomendado por 1 usuario
  1. #1

    campos

    Efectivamente,como bien dices Sangonereta destaca por sus grandes sabores y cocciones.Mi buque insignia en Valencia.

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