Todo lo que se dice de El Bulli es verdad.

Esta es la valoración que jamás pensé que haría, pero por una carambola del destino tras muchos años intentándolo conseguí mesa en El Bulli.

Toda una aventura conseguir mesa, solo comparable a la aventura de encontrar el sitio, alejado de Roses y sin señalización que indique que vas bien. Menos mal que fui con mucha antelación. Se agradecería que al confirmar la reserva te indicasen someramente cómo llegar.

Una vez allí, sorprende el estilo rústico de la decoración y apabulla la simpatía y cercanía de todo el personal. Visita a la cocina y saludo del "monstruo", que estrecha manos y se fotografía con todos. 75 cocineros para 50 comensales, fogones, zona de cocina en frío y atmósfera seca para los chocolates. Actividad desaforada a pesar de que solo había dos o tres mesas ocupadas en ese momento.

¿Qué decir de la comida de El Bulli, habiendo libros, documentales, reportajes y según me dijeron una película en camino? Pues básicamente que cumple perfectamente con las máximas expectativas. 39 entradas en el menú, creativas, divertidas y sobre todo riquísimas, combinando todas las técnicas de la cocina de vanguardia y usando ingredientes más bien convencionales con resultados espectaculares. Casi la tercera parte se come con los dedos y como curiosidad, no se pone ni cuchillo (porque no hace falta) ni pan (porque no serías capaz de terminar de comer). La sensación de que todo allí es diferente te acompaña a lo largo de la cena. Al irte te das cuenta de que la comida ha monopolizado la velada y no ha habido otro tema de conversación.

Por quedarme con algún plato, destacaría las ortiguillas con té, el canapé de jamón y genjibre y el de pollo (hecho de cartílago sobre la piel crujiente), y los sesos de liebre, aunque todos y cada uno era una auténtica maravilla.

¿Algún pero? Pues si: frío al ir al baño, que está en el exterior, que el asiento podía ser más cómodo, que el camarero tuviese que retirar la mesa cuando yo me levantaba y ningún asesoramiento espontáneo acerca de los vinos ante la enciclopédica carta que te proporcionan. Todo minucias ante el festival gastronómico que nos ofrecieron.

Una experiencia para recordar.

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