El tema de restaurantes dentro de un clásico mercado central de puestos de fruta, verdura, pescados... va teniendo cada vez más éxito.
En este caso se trata de un gran (por el número de mesas) restaurante que comparte con otro la totalidad de una replaza interna del mercado con mesitas como si fuese un patio interior cubierto. Muchos "ganchos" para que te sientes en la mesa. Lástima porque lel resto del entorno es muy diferente.
Las mesas tipo de terraza, sin mantel, cubiertos y vajilla y vasos de batalla, apretadas para aumentar el número de comensales. Carta de comidas con nombres extraños para los foráneos y acabas escogiendo de oidas. Camareros acostumbrados a turistas y no entienden mucho que preguntes o te intereses por algo concreto.

Comida para 4: Refrescos y cervezas y alguna copa de vino blanco sin poder saber mucho del mismo porque ya vienen servidas. Tomamos un plato de congrio bastante bueno; uno de salmón regular; empanadillas aceptables; unos calamares francamente horribles; y como plato fuerte 2 mariscadas que resultaron ser un conglomerado de marisco ya pelado entremezclado con alguna salsa que parecía más tapar que resaltar el marisco: plato muy decepcionante sobre todo por lo que habíamos visto en los puestos del mercado..
Para postre pedimos lo que nos recomendó el camarero y que resultó ser melocotón en almibar. Un remate apoteósico para ser la primera comida en Chile y de marisco.

Nos fuimos a dormir el "jetlag" al hotel, seguros que la digestión no iba a ser pesada; al menos no fué caro.