Jornadas de arroz al horno

Un local que se dinamiza por diferentes jornadas gastronómicas a lo largo del año (leí un menú erótico que habrá que probar su efectividad) y en este caso es la recuperación de un arroz al horno que se hacía en todas (más o menos) las casas del pueblo cada viernes de hace años: un arroz sin producto cárnico, algo que se hacía en muchos sitios cercanos solo en cuaresma, pero que aquí era típico de todas las semanas.

El local tiene una distribución en dos comedores separados entre sí y abiertos a la barra que ocupa el lado derecho de la sala y precede a la cocina. Ahora y gracias al Covid las mesas, que siguen siendo pequeñas para compartir, están muy separadas; las sillas no son tampoco para estar muchas horas pero sin embargo el ambiente es hogareño con presencia de libros, bonita decoración y colores y banco en una pared con almohadas que invitan a informalidad sin perder decoración. Mesas sin mantel, copas vajilla y cubiertos bien. Servicio de sala escaso pero cumple con voluntad, aunque a veces hay que buscarlo porque, entre la barra y el otro comedor, no hay contacto visual. Buen ritmo de salida de platos desde cocina con un aforo casi completo. La insonoridad se ve perjudicada por amplios ventanales pero se agradece la luz natural y como dice Quique Dacosta, el ruido lo hacen los clientes.

Cuatro esmorzadores que cambiamos de tercio (de horario) para comer:

. snack de la casa: un par de cuencos con palomitas de maíz (poco crujientes) y unas buenas aceitunas. Me sigue molestando que si hubiera ido solo a comer me hubieran puesto la misma cantidad; tampoco pretendo que multipliquen por cuatro, pero al menos sí un par de cuencos de cada.

. tosta de sardina ahumada con encurtidos: los encurtidos hacen salivar y prepararte para la comida. Bien de sabor y texturas.

. ajoblanco malagueño con cerezas y aove: sencillo plato bien resuelto con aditamentos testimoniales. Cumple.

. croseta con mayonesa vegana de trufa: croqueta casera recien hecha, crujiente y cremosa (y caliente), correcta de sabor. Muy bien.

. arrós al forn d´Alaquâs de dejuni (arroz al horno de ayuno): servido en cazuela de barro (no debe ser de otra manera) al centro, recien sacado del horno con buena presencia, excelente punto del arroz, raciones buenas; hay que asumir que lo vegano siempre tiene menos sabor, pero cumplió.

De postres, siendo todos caseros:

. tarta de queso: sorprende que sea preparado y servido en copa alta; precisa de profundizar la cuchara para recoger todas las texturas del crumble de almendras y los frutos rojos. Original y sabroso. 

. helado de horchata con mermelada de naranja x 2: sorprende que este postre con ingredientes tan valencianos no esté extendido. Bien.

. dos chocolates con pan, aove y sal: helado de chocolate blanco y crema de chocolate negro: referido como bueno pero muy escaso. No es necesario trasladar la decoración minimalista al plato.

Parar beber 4 dobles de cerveza de presión de Heineken y 3 Amstel radler. Por supuesto  y como buenos devotos del almuerzo rematamos con 4 cremaets que resultaron buenos. La carta de vinos dispone de una buena amplitud de blancos (12-25€) con especial dedicación a la comunidad; buena presencia de cavas con más amplitud de precios, cuatro rosados y una también notable presencia de tintos valencianos (sorprende 3 tintos de Castellón) y más testimoniales otras denominaciones de origen. Además son vinos que se salen de los vinos habituales; carta bien cuidada de bodegas seleccionadas.

Ahora se apellida "gastrotapas" el local pero mantiene una buena cocina y una ubicación agradable. Hay que estar atentos a las diferentes jornadas aunque también dispone de una amplia carta con tapas de temporada, tapas del mar, especialidad en arroces