El dia primero de año es complicado comer en muchos restaurantes porque o están cerrados o llenos. Ese fué el motivo de que como tercer intento de comer entraramos en este restaurante que estaba lleno el comedor y que solo permitió comer en mesas de madera de al lado de la barra y a menú fijo.

Comida para dos con menú cerrado todo inluido (incluso el iva)a 15€.
Unos pinchos para desagraviar el sitio de la comida: morcilla de Burgos (bien)y Calabacín con queso y rebozado (aceptable).
Varias opciones de primeros y de segundos, todos muy apetecibles aunque luego no había de todos. Vino acompañante un Oro de Castilla 2011, un verdejo del gusto (precio) de los restauadores para que el menú no se encarezca.
Tomamos 2 sopas castellanas bien hechas con el huevo en su punto y correctas de sabor. De segundos un cochinillo bien de asado pero muy lejos de la piel de cristal que presionando con el dedo debe romperse (nada crjiente, sino más bien gomosa) posiblemente por recalentado en microondas; por contra, una merluza a la plancha de extraordinario sabor y textura. Los acompañantes de los platos (patatas a lo pobre y verduras) muy de batalla.
De postre arroz con leche (demasiada leche, faltaba cocer más y poner un poco más de canela) y fruta, dos naranjitas, directas al plato con piel y todo. Cafés normalitos.

El servicio: desborbado. Muy lento el segundo aunque pidiendo disculpas constantemente. Raciones buenas
Servicio del vino: dejar la botella en la mesa para tomar las copas que quisieras, servido a buena temperatura y en copas básicas.
No tuve opción de ver carta de vinos ni de comida.

Salimos del apuro de no haber reservado, con cierta solvencia a un precio muy aceptable.