Jardines y Museo

Mañana de invierno en Madrid y el día de puente invitaba a algún plan distinto. Decidimos visitar el Museo del Traje, bastante interesante, que comparte edificio (grandioso, Premio Nacional de Arquitectura) con este restaurante, del que el grupo Lezama acaba de comenzar la gestión. Indicar que la misma arquitectura condiciona el local del restaurante, con techos muy altos, de doble planta, que restan algo del carácter acogedor que en general tiene. Comentar que las vistas a los jardines son relajantes y tiene una terraza que en verano debe ser deliciosa. En la parte interior, la decoración es elegante y tiene esa mezcla de estilo clásico y de diseño que la hace atemporal. Tiene un salón amplio y un reservado para unos veinte comensales que raya en lo espectacular.
Nos acomodaron a los tres en una mesa amplia, bien vestida en general pero con algún fallito en la mantelería. Como comentaré después la cristalería también flojeaba, pero la sensación es de buen nivel y el trato, desde un principio, exquisito.
Pedimos consejo con respecto a la carta y tuvieron el gran detalle de sugerir para la niña un plato principal fuera de carta, como también su postre.
Para abrir boca el detalle de la casa fueron unos bocaditos de salmón ahumado rellenos de queso Philadelphia y unas croquetitas de jamón, todo ello bueno para abrir boca.
Con gran rapidez sirvieron a la peque su filete con patatas, carne bastante buena, con un corte apto para su edad.
Para nosotros, dos entrantes:
- Anchoas de Santoña con caviar de tomate y pan especiado. Lomos de calidad, suaves en boca, con un acompañamiento correcto.
- Milhojas de hongos y foie, chutney de manzana y caramelo de Oporto. Un micuit de calidad, fino en sabor, con el hongo laminado y, curiosamente, crudo, con un aroma excelente. La manzana y el generoso redondeaban un conjunto notable. Emplatado individualmente, con unas finísimas "tejas" de pan tostado al centro.
Como principales:
- Chipirón, galleta de tinta y lenteja roja cremosa. Gran calidad y punto, con suave tempura y originalidad en la galleta y la guarnición. De nuevo notable.
- Chuleta de venado, ravioli de zanahoria y tempura de endivia. Carne de alta calidad, con un punto arriesgado por lo bajo, el exterior tostadito y el corazón prácticamente crudo. Me encantó. El acompañamiento, apropiado y bien trabajado, pero dejando el protagonismo al venado.
Mis chicas compartieron un generoso postre de helados de frambuesa y vainilla (que tampoco estaba en carta) y por mi parte me animé con unos quesos, que se pueden elegir de dos, tres o cuatro tipos distintos. Elegí un Idiazábal y una Torta del Casar, cada uno preparado en pizarras separadas, con nueces y dulce de membrillo cortado finamente. Ambos quesos de alto nivel, la Torta algo falta de temperatura pero por su calidad enseguida mostró su cremosidad.
En cuanto a los vinos, destacar la labor del sumiller, Valerio Carrera. Le pareció bien nuestra elección de un Riesling, que nos pareció excelente para acompañar el ágape. Fue un Georg Breuer Rüdesheim Estate 2008, muy fácil de beber pero a la vez con carácter y elegancia. Las copas no tienen un nivel mínimo, son pequeñas y bastas, de cristal grueso. Bien es cierto que no solicitamos su cambio, pero necesitan mejorarlas cuanto antes.
La carta no es muy extensa en referencias, pero destila conocimientos e inquietudes. Para mi gusto algo corta de espumosos, pero está organizada por varietales, tiene amplia representación de denominaciones españolas, algunos Riesling e incluso un Mondavi de Napa. Valerio asesora en todo momento y habla con pasión de los vinos. Nos comentó que pretende rotar referencias y dar variedad. Muestra de su categoría, que raya en la alta escuela, fue su elección para acompañar los quesos: un Riesling dulce austriaco, de Kamptal, Schloss Gobelsburg Trockeenbeerenauslese 2007, un color dorado para soñar y unos matices en boca para tomarse la botella de una sentada. Valerio se ofreció a conseguirme una botella si me era difícil encontrarla. Otro detallazo más.
Dos cafés, agua mineral y un gran pan, de tres tipos, redondearon una muy agradable comida.
Para el precio por persona, del precio total pagado (112.38 €), descuento el plato y servicio de la niña y divido entre los dos adultos. El precio es neto y sensiblemente inferior al de carta por reserva en un club gastronómico.
Resumiendo, un local muy agradable, una cocina clásica, bastante bien resuelta, y una atención de alto nivel. Deseo que les vaya muy bien porque hay mimbres, aunque cuenten con una localización que les favorece poco, dentro de un museo al que no se le ve mucho "movimiento". Enhorabuena a todo el equipo.

  1. #1

    Gastiola

    Muy buena elección de quesos. Vas al museo del traje y no aprovechas para comprarte un sombrero nuevo?
    :-)

  2. #2

    Tabanquero

    en respuesta a Gastiola
    Ver mensaje de Gastiola

    Solo tenían de mujer y no me favorecían mucho, jeje
    Ya caerá algún sombrero nuevo para el tema "Peña", empiezan a ser útiles para tapar el cartón...

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