Se trata de un restaurante italiano que va un paso más allá: atacan a todo lo que se denomina cocina mediterránea aunque sus especialidades proceden del país transalpino.

Es un restaurante acogedor, con decoración cálida, aunque en esta ocasión el ambiente estaba un poco frío, supongo que la crisis estará haciendo estragos y, además de haber poca gente, hacía frío en el local.

Habíamos ido a cenar hace ya un par de años y nos había parecido demasiado caro para lo que habíamos tomado pero en esta ocasión compramos unos bonos descuento para darle una segunda oportunidad.

El restaurante utiliza una vajilla muy correcta y copas Riedel magnum para el vino que, sin ser las mejores, cumplen perfectamente con su cometido.

Vayamos a lo importante: Empezamos con un aperitivo compuesto por una fabada que estaba realmente buena. A continuación un salpicón de cigalitas y pulpo sobre carpaccio de mango que tenía más huevo que otra cosa, cigalitas las justas. El siguiente plato fue un ravioli casero relleno de calabaza y queso fresco con salvia. Éste fue el mejor plato de la comida. Tal como decía, el plato más italiano fue el mejor. Tomamos también una brocheta de rape y langostino con arroz meloso que cumplió bien y por último un medallón de ternera envuelto en panceta sobre patata y jugo de carne que estaba bueno. Por último, el postre, inspiración naranja, estaba realmente bueno.

Todo ello lo acompañamos inicialmente con una copa de Pazo San Mauro , Rías Baixas y una botella de Mas de Leda 2009 que tenía demasiada madera para poder apreciar la fruta. La carta de vinos no es el fuerte del restaurante.

En definitiva, teniendo en cuenta el precio que pagamos por los bonos (25€ por persona, vino aparte) me pareció una opción muy interesante aunque si tuviese que pagar el coste real no me hubiera parecido adecuado.