Una barra de gran nivel, entre las mejores de Madrid

Local inaugurado no hace mucho tiempo en el lugar donde estaba el antiguo Sula y que viene sonando con fuerza como una de las nuevas revelaciones en Madrid. Aspecto moderno e impecable, líneas claras y buena luz. Espectacular vitrina donde reposa la bodega. Sábado a mediodía y media ocupación, decidimos quedarnos en barra, más en concreto en una de las mesas altas para tapeo. La barra tiene su propia carta y hay dos cocineros que preparan las tapas en directo y la vista, lo que los finolis denominan “showcooking”. Nada más entrar nos reconocen y saludan dos integrantes de la platilla de sala (ambos ex de Piñera) lo cual dice mucho de ellos, pues este último es un restaurante que tampoco frecuentábamos tanto. El tratamiento y el servicio desde luego que están a la altura, vieja escuela y mucha experiencia.

La carta de barra tiene una parte de tapas de “diseño”, otra de raciones más clásicas y otra dedicada a los productos de Joselito, al fin y al cabo uno de los socios del proyecto. Se pueden pedir medias raciones. A instancias de Jorge Dávila (jefe de sala y un gran profesional), confeccionamos un menú de tapas que consistió en la trilogía de jamón Joselito (27€), una ración de “bellota” dividida en tres partes, correspondientes a las montaneras de 2008, 2006 y 2005. Nunca habíamos disfrutado de una vertical de este tipo y resultó sumamente interesante, mejores para nosotros 2008 y 2005. Jamón perfectamente cortado, grasa limpia, una delicia. Quien no tenga claro todavía cuál es la mayor aportación de España al universo gastronómico debe probar esta trilogía. Y con nuestra gran aportación al mundo enológico, los vinos de Jerez, resulta un disfrute total. Continuamos con cuatro tapas, un huevo asado con patata y pimiento rojo (7€), muy sabrosa aunque algo picante el fondo para nuestro gusto, un ravioli relleno de hongos con puré de guisantes (4€) que nos encantó por su melosidad y textura, una piadina de pisto y bacalao con huevas de trucha (4€) igualmente satisfactoria sobre todo por el perfecto punto de cocción y desalado del pescado y por último una vieira frita con algas (6,5€) recubierta con palomitas, con ese punto fresco y a la vez crujiente. Muy ricas estas cuatro tapas. Terminamos con una cabezada ibérica a la brasa (24€), una pieza llena de sabor y bien marcada, acompañada por una salsa de carne densa y poderosa y un ligero parmentier. Para el postre nos propusieron la torrija caramelizada con helado de plátano y canela (7€), jugosa y fantástica, aunque lo que más nos gustó fuera el helado. En general una propuesta más que aceptable, con buen producto, calidad en la elaboración y una cierta dosis de imaginación, que hace de esta una de las barras punteras de la capital.

Para beber nos fijamos primero en los vinos por copas y con el jamón pedimos un par de copas de Fino Tío Pepe y otro par de la Manzanilla Navazos Nº 32. No puede haber mejores acompañantes para un “Joselito”, se lo aseguramos. La carta de vinos es de las que denominamos “académicas”, vamos, suficiente para un 99% de la clientela pero a nosotros se nos quedó algo corta. Echamos en falta algún Champagne más, riesling alemán, más vinos de Jerez, pero bueno, es completa y equilibrada, hay buenas referencias nacionales y foráneas y los precios están bien ajustados para el tipo de local y la zona. Hay algunas botellas de gran prestigio. Tomamos una botella de J.P. Grossot Chablis 2009 (25€) que acompañó muy bien y resultó idóneo por su equilibrio entre frescura y madurez. Con el postre pedimos un par de copas de Quinta do Noval LBV 2006, un vinazo que no hace más que confirmar que estamos ante la mejor casa de Oportos. Copas, vajilla, entorno y servicio en general a buen nivel, cercanos y profesionales, buen trabajo.

Pues esta primera visita a Albora nos ha causado una excelente impresión, local moderno y bien diseñado, servicio y ambiente de nivel, propuesta de barra más que audaz y buen tratamiento del vino con una oferta suficiente. Volveremos otro día a probar en el restaurante, pero nos tememos que nos puede pasar lo mismo que con Viavélez, donde nos gusta tanto la barra que al final nunca nos sentamos. Muy recomendable.

  1. #1

    JoseRuiz

    Resulta curioso poder experimentar la degustación de una vertical de montaneras distintas.

    Excelente valoración.

    Saludos,

    Jose.

  2. #2

    EuSaenz

    en respuesta a JoseRuiz
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    Gracias José, la verdad que sí que lo es, percibes ciertas diferencias entre los cortes a pesar de que las tres patas estaban idénticas y la carne procedía del mismo lugar de la pata, son tres años distintos, distinto clima, distinta pluviometría y al fin y al cabo diferente calidad en la bellota y por tanto diferente montanera. Es una buena idea la que ha tenido Joselito y que han puesto en práctica en esta casa. Y no veas qué bueno estaba con la manzanilla de Navazos…

    Saludos,
    Eugenio.

  3. #3

    JoseRuiz

    en respuesta a EuSaenz
    Ver mensaje de EuSaenz

    Tiene su lógica, la naturaleza no es uniforme.

    Mágica armonía la de un buen jamón, con una de las mejores manzanillas.

    Saludos,

    Jose

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