Como en casa

Muy próximo a la plaza del Suquer, una zona no muy prodiga en restauración de calidad, se encuentra Viridiana. Un local sencillo con una decoración con retratos de familia y otros elementos decorativos que le confieren un aire familiar y clásico.
Optamos por uno de los platos día, un arroz de setas y pato, muy rico. De entrantes una ensalada de tomate y queso fresco, sin aliñar previamente para que nosotros lo hicieramos a nuestro gusto, y dos croquetas de pollo, una de las especialidades de la casa, crujiente, nada aceitosas y que resultaban ligeras y sabrosas en su conjunto.
Para postre un flan de requesón y calabaza al horno, ambos de nuestro gusto, que como todos los postres son caseros.
Para beber, preguntamos que tenían por copas y nos dijeron que nos podían abrir cualquier referencia de su carta, optamos por un albariño que armonizó muy bien con toda la comida. Ojalá estuviera más extendida esta predisposición a facilitar el consumo de vino por copas. La cristalería sería susceptible de mejora, pero cumplió.
Comida tradicional, bien elaborada y ambiente relajado, lo más parecido a comer en casa un domingo a mediodía, tarea que por otra parte puede llegar a ser complicada en Valencia, más allá de los lugares de paellador para turistas.

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