Local con ambientación conseguida, a pesar de que la música estaba un poco alta y siendo un día caluroso hasta que se animaron a cerrar las puertas y poner el aire acondicionado pasó casi toda la comida.
El servicio muy atento y detallista (especialmente me gustó el detalle del cambio de platos antes incluso de pedirlo)
Sobre la comida (para 2 personas)
Para beber tomamos 1 botella de agua pequeña (2€) y 2 copas de verdejo (2x3€)
- Bomba de patata (9'8 €): Abundante combinación de patata y sepia con mayonesa casera, temperatura de servicio ideal, buenas texturas y sabor fresco, solo un pero y es que al cocinero se le fue la mano con la sal.
- Taco de cochinita pibil (9'5 €): Pequeño taco, que si bien la textura de la carne estaba bien trabajada (tierna y deshecha) de nuevo nos encontramos con un exceso de sal que perjudica a un plato que en cualquier caso no destaca.
- Bocata de cerdo Pekin (2x 3'8€): Minibocadillos, sin mas historia, pasables.
- Cortezas de patata (7€): La versión de las bravas del local, buenas y muy abundantes.
- Pizza moruna (9'8€): Quesadilla con relleno de pincho moruno, muy flojo, las texturas de la masa y del relleno daban la sensación de plato precocinado del que sirven en determinadas franquicias.
- Tarta especial de manzana (6'5€): Tarta de manzana deconstruida, presentando por separado la masa (solo se aprecian sabores torrefactos), la manzana (ni ácida ni dulce), la crema pastelera (correcta) y el helado de vainilla (bueno)
- Melocotón helado (7'5€): Una agradable sorpresa, un helado cubierto con una gelatina de helado que simula en forma y textura un melocotón, muy conseguido y original.
Sobre el postre indicar que aunque ya parece dificil encontrar sitios que te sirvan tenedor de postre, que menos que no servir el postre con cuchara sopera.
2 cafés solo (2x 1'30€)
Quizás tuvimos mala suerte eligiendo los platos, pero la verdad es que la RCP (68'30 € por una oferta anodina) no hace justicia el extraordinario Camarena y a su equipo.