Está claro que es de esos sitios que si no te llevan no vas. El local está muy antiguo y necesita un remozado, está claro. Pero cuando vas con un grupo de amigos a pasarlo bien y picar algo medianamente aceptable, haces pocos remilgos y te sientas donde te dicen. Las mesas y las sillas son incómodas, el chapado de las paredes es antiguo, tienen estanterías con los vinos expuestos a temperatura ambiente y un montón de barriles donde almacenan varias bebidas tras la barra, con algunos dispensadores de papas.
Esta es la predisposición que tienes ante esta bodega, pero ay cuando llega el primer plato a la mesa y entre risas te metes la primera patata brava en la boca... Aquí ya detectas que algo no cuadra... Muy buenas, de las mejores que he probado. Pero es que el morro está ¡muy bueno! La ensaladilla correcta, el magro con tomate también rico... Y te das cuenta de que el local esconde un mimo por esta taberna que han heredado los hijos de sus primeros propietarios.
Cuando además te puedes beber un Terras Gaudas en unas copas correctas y el servicio es amable y diligente, solo puedo decir que volveré, y no necesariamente con un grupo grande, pues me apetece volver a probar más cosas y prestar más atención a la comida.
Un local de tapas excelente.
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