Y como tal, no ha cambiado lo más mínimo, ni de su por entonces novedosa y moderna carta, hoy en día ya no tanto la verdad. Ni de su exótica y encantadora decoración. Lo cual siempre es de agradecer por el viejunismo melancólico. Su ubicación no es la ideal, pero tampoco es horrible. Y el servicio es cordial y familiar.
La carta está basada en bocadillo (calientes y tostados en sandwichera/plancha), como ya comento un poco fuera de lo habitual -en su momento rompedores-, aunque ya la sorpresa que causan es menor, y por otro lado tostadas. Nosotros optamos por compartir tres bocadillos (tamaño medio tirando a pequeño) para dos. Uno de pastel de gambas, otro de pollo con champiñones, y el clásico Dirham, con ternera guisada especiada, todos ellos a 4 €, y para acompañar (oferta de dos o tres vinos diferentes, discretamente servidos), unas copas de La Miranda de Secastilla (1,80€). 20€ en total sin postre ni café.
Sitio tradicional de la ciudad que si no has visitado aun -cosa que dudo-, ya estás tardando, aunque sólo sea por historia y por haber sido pioneros en la bocatería gourmet local, a pesar de que posiblemente se hayan quedado un paso atrás.
PS: Saludos Aurelio. XDDDD
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.