Experiencia muy satisfactoria. Posiblemente la mejor opción de la ciudad

El matrimonio Scicluna y Tulasne regentan este restaurante, él en la cocina y ella en la sala. Ambos demuestran mucho oficio en sus respectivos quehaceres.
Disponen de un pequeño comedor interior decorado de manera muy sencilla, aunque algo anticuada y terraza, que es la opción que ofrecen en esta época del año. También dispone de parking propio, aunque aparcar en la calle no supone ningún problema. Las mesas son bastante grandes y vestidas con mantel (circunstancia infrecuente en Francia).
Ofrecen elegir a la carta y varios menús completos (entrante, principal y postre) con precios que van desde los 21€ a los 59€, este último existe la posibilidad de maridarlo por un precio conjunto de 85€.
Carta de vinos organizada por tipos y por productores, de referencias francesas, centrada en los vinos de la zona, tanto blancos como tintos, incluso algunos de añadas antigüas y singulares (a precios también singulares, hasta los 1500 euros la botella). Bastantes de las referencias ofertadas están disponibles en formato magnum. La cristalería bien de tamaño, pero mal de grosor, la cristalería deficiente parece un mal endémico en Francia.

Elegimos el menú de 31 euros que consistió en:

Primeros:
• Foie micuit con pan tostado y gelatina salada de chenin blanc. Muy buena materia prima.
• Lomos de salmonete braseado sobre lecho de pimientos al horno. Materia prima excelsa y punto del pescado perfecto.

Principales:
• Pescado blanco local (lo siento no recuerdo el nombre), con verduras, básicamente puerro y pasas, acompañado de una salsa ligera y muy sabrosa.
• Casquería con salsa de mostaza y pimienta, acompañado de un variado de verduras. El resultado bueno y sorprendente porque no sabíamos lo que pedíamos, ni finalmente lo supimos, seguramente riñón, hígado, corazón, etc..

Postres:
• Soufflé al Grand Manier, cítrico, base de bizcocho con el licor. Impresionante ejecución.
• Crema bruleé, muy buena también, aunque el soufflé la eclipsó un tanto.

Destacar el gran nivel de ejecucción de todos los platos degustados y el buen servicio en sala.

Para beber un muy especial Clos Naudin de Philippe Foreau 2008.

Experiencia muy satisfactoria. Probablemente la mejor opción de la ciudad. Sumamente recomendable si se está por la zona.

  1. #1

    Obiwan Ferran

    Pues sí, la cristalería en Francia suele ser bastante floja en general. Parece mentira que en un país con la cultura vinícola que tiene que te cueste tanto encontrar buenas copas en un restaurante. Y que encima sea en Vouvray, en el corazón del Loira pues aún llama más la atención. Yo así a bote pronto sólo recuerdo buenas copas en "la caveau des Arches" en Beaune, pero claro, es un restaurante donde dan muchísima importancia al vino. Saludos,

    Ferran

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