Un pequeño oasis en la sierra de Segura.
Este restaurante se presenta como un sitio diferente en una zona donde predomina el "tapeo", intentado dar una cocina con productos de gran calidad de la zona (un exponente es su gran aceite de oliva) con toques modernos y de autor.
El restaurante se encuentra a pie de la carretera que va de La Puerta de Segura a Cortijos Nuevos, perteneciendo a la localidad de Segura de la Sierra. El pueblo está situado en lo más alto de la montaña (presidido por su recientemente restaurado castillo).
El local es pequeño, presenta pocas mesas, vestidas con buena mantelería y vajilla de calidad. Bien presentada. Por supuesto, local climatizado (menudo calor hacia fuera).
A pesar de las pocas mesas, solo estábamos nuestra mesa con 6 personas y otra de 2. Por lo que nos comenta el dueño, la crisis está siendo dura.
El dueño, Luis, es el encargado de la sala mientras su mujer se encarga de la cocina. Negocio familiar.
Su propuesta no es amplia, cuatro platos de primero y cuatro de segundo, más cuatro postres, con diferentes propuestas de combinación. Nosotros optamos por la más lógica, un primero, un segundo y un postre por 25 €. Luis nos comentó que esto se debía a que querían ofrecer producto fresco con lo que no podían extender demasiado la carta. Incluso el pan es elaborado por ellos mismos.
A destacar la carta de vinos con referencias de muchas DO españolas, con referencias muy bien seleccionadas y con una zona adecuada para la buena conservación del mismo.
Mientras nos preparaban los platos, nos sirvieron un aperitivo que consistía en boquerones en vinagre (único producto que tienen congelado, por el anisakis). Aperitivo que acompañamos de una cerveza Damm Inédit, con excelentes notas frutales.
De primero me sirvieron un micuit con manzana caramelizada y mermelada de violetas (es una mermelada que elaboran ellos mismos que, tanto a mi mujer como a mi, nos encantó). Buena presentación y sobre todo, estaba muy rico.
De segundo tomé brocheta de cerdo ibérico con verduras. También con una presentación muy peculiar, la brocheta viene en posición vertical colgada de un gancho y vas bajando los trozos al plato. También muy bueno.
Para beber tomamos agua y un La Montesa crianza 2008 a muy buen precio, 15 € la botella.
En los postres, yo opté por un bizcocho de almendra casero que
estuvo a la altura del resto.
La verdad es que comimos muy bien, Luis ofrece un trato muy cercano, sin excesos pero muy correcto, atento a nuestras preguntas, incluso nos explicó como elaboraban la mermelada al indicarle que nos había encantado.
Para finalizar, tomamos cafés, en este caso nos recomendó un café Jamaica (también dispone de varios tipos según el gusto del comensal, algo extraordinario para la zona).
Y por ultimo nos ofreció un licor de hierbas por gentileza de la casa.
Quedamos encantados ya que no esperábamos encontrar nada parecido en la zona. Todo un descubrimiento.
Por poner un pero, indicar que no es posible pagar con tarjeta de crédito, cosa que en los tiempos que corren no es habitual.
Indicar que en el precio incluyo bebidas y cafés.