Cuando piensas en Ibiza imaginas una pequeña cala en un entorno natural y rodeada de pinos y con un paisaje de mar y atardecer perfecto; además con Formentera al fondo. Pues así es playa Des Bou Nou, aunque si preguntas para llegar será mejor que preguntes por Sa Caleta ya que es el restaurante quien ha dado nombre al lugar.

Hay un par de esplanadas para aparcar y en las zonas altas que protegen la cala hay restos de bunkers de la guerra y hasta las ruinas de un asentamiento fenicio. Incluso algunos senderos para caminar. Eso sí, ésto es en invierno; en verano debe llenarse y el ambiente ser diferente.

El local tiene una curiosa recepción rústica a la llegada pues el local no aparenta su alta capacidad. Tiene una terraza cubierta con toldo retirable (hoy se agradece) y mesas en el empedrado exterior abierto. El comedor interior con decoración rústica cuadrado y muy amplio, con buena separación de mesas y sillas cómodas; dispone además de un par de recipientes para los mariscos y pescados más una buena cava con champagnes de buen nivel.

En el exterior, aprovechando los primeros rayos de sol del día nublado de invierno, con mesa amplia con mantel y servilletas de tela, sillas con brazos cómodas, buenas copas, vajilla corriente. La carta de comidas es amplia con muchos entrantes y con buena presencia de arroces, pescados y mariscos como elementos más recomendables. La carta de vinos también es amplia y variada con amplio margen de posibilidades incluidos vinos y espumosos de gama alta  lo que denota interés por el tema.

El servicio se nota que no es el nuevo del mes, conoce bien las cartas y hace buenas recomendaciones. Hoy la zona exterior está bastante llena (la interior semivacía) y el ritmo de salida de platos de cocina es rápido aunque la espera con un agradable AOVE Bargalló con unas lonchas de correctos panes diferentes más un allioli suave y aceitunas partidas.

Parar beber, un par de cañas, un tinto de verano con limón, un agua sin gas Viladrau mediana, un par de Aquarius y un blanco de Jean Leon 3055 chardonnay 2021 que acompañó muy bien toda la comida; el servicio limitado a catar primer llenado y a enfriador.

Cuatro comensales más 2 niños (a efectos de gasto, como 5 adultos) pedimos al centro teniendo en cuenta que las raciones son amplias:

. media ración de calamares fritos a la andaluza: ajustado rebozado, fritura intensa, bien de sabor

. media ración de boquerones fritos: tamaño medio, tersura media, buena fritura y buen sabor

. ración de almejas vivas: de tamaño bueno sin ser grandes, vivas (a semejanza de las ostras) con limón. Muy recomendables.

. chuletas con patatas: para compartir los niños resultaron  de un tamaño para adultos, con patatas fritas y pimientos fritos. Buena calidda de la carne y no excesivamente pasadas de fuego.

. 3 raciones de paella Sa Caleta: traído en la paellera en punto meloso, ración amplia para los 4 adultos; muy buena cantidad de crustáceos de calidad: cigala mediana, gamba listada, pata de cangrejo.... aunque el punto meloso de caldo no es lo mío, el grado de cocción del arroz estaba bien; el sabor de fondo también muy logrado. Recomendable.

. biscuit de almendras: como característico de la casa, un biscuit helado acompañado de chocolate caliente. A unos gustó y a otros menos.

. combinación de 3 tartas: Tatín, Greixonera, Flaó: ganó la de manzana aunque las otras son más auténticas. A conocerlas.

Para terminar unos buenos cafés Caleta preparados junto a la mesa. Magníficos y excelente compañía para un licor de hierbas ibicenco casero en botella magnum traído personalmente por Jordi, el dueño, para una larga sobremesa hablando de vinos y viajes. Justo a tiempo para subir y ver las vistas de la costa, el poblado fenicio y el atardecer. Un lujazo.

En verano un buen cava , ensalada ilustrada, unos salmonetes , pescaito frito, fruta,....todo ello en un marco de playa sobreelevado y un buen Es monestir de la tierra de formentera. un 10. Trato cordial y agradable, con muy buen servicio de mesa y de vino.