Tapeo tranquilo

Miércoles, 23 h., salida del teatro, el centro de Valencia a tope de turistas... Conocíamos la taberna El Balconcillo de una noche hace años y guardábamos buen recuerdo. Pasamos por la puerta, en la terraza quedaba una mesa libre y en el interior todas, y sin meditarlo demasiado... nos sentamos.

Cena de tapas para compartir al centro:

Ajo Arriero. Rodeado de unas alargadas y crujientes rebanadas de pan con pimentón se encontraba un ajo arriero consistente, correcto y con buen aroma y sabor.

Croqueta de cabrales y Croqueta de ciervo y setas Pedimos una para compartir pensando que serían un poco más grandes... no obstante, ambos pudimos probarlas. La de cabrales de forma redonda, exterior demasiado tostado y correcto interior, sin pasarse. La de ciervo y setas de tamaño más grande, alargada, nuevamente muy tostada y con un relleno que quería transmitir algo más pero quedándose en la intención.

Habitas con jamón y huevo. Típica sartén con taquitos de jamón, habitas baby y huevo frito. El huevo demasiado cuajado para su misión y el resto bueno sin más florituras.

Tosta foie fresco a la plancha. Sobre pan horneado y crujiente una gruesa rebanada de foie en su punto. El conjunto muy bueno y la ración de foie generosa.

Para beber cerveza de barrir, en total 6 dobles (2 € x 6 = 12 €)

Postre no tomamos, pues estábamos ya saciados y era forzar mucho la maquinaria.

Servicio de pan cobrado aparte (1,60 €) que consistía en pan de barra rústica troceado, con corteza gorda y crujiente y abundante miga.

Bonita vajilla rústica y cristalería correcta. 

El servicio adecuado al local, sencillo y educado, limitándose a servir y retirar platos.

Finalmente, respecto al local, el interior tiene aspecto de taberna, con la mayoría de mesas altas con taburetes de madera oscura, y con poca separación entre ellas. Las paredes en colores cálidos y amuebladas con botellas de vino. Techos abovedados con vigas de madera y lamparillas colgantes, resultando acogedor tal vez por sus reducidas dimensiones. Amplios ventanales orientados a la calle, posiblemente de ahí el nombre de "El Balconcillo". En el exterior, 5 mesas de plástico blanco con individuales desechables y alguna que otra sombrilla. Al ser una estrecha calle peatonal el ambiente es tranquilo.