Queríamos tomar algo rápido por la zona de Abastos y nos acercamos a una bocatería de corte 'moderno', de las que escoges entre diferentes tipos de panes e ingredientes confeccionando al final los bocadillos a tu gusto. Pues como se ve que llenan, nos dicen que nos esperemos 30 ó 45 minutos que no tienen la cocina abierta (eran las 20.30)... con lo que nos levantamos enseguida. Si el chaval me dice: Mira, os pongo una cervecita y unos cacaos mientras viene mi compañero de cocina... os aseguro que me espero esos tres cuartos de hora. Se conoce que no les hacen falta clientes, lo digo porque tres veces que he ido, tres problemas diferentes. No volveremos. Perdón... a lo que iba...
Cesáreo es un 'bar de todad la vida', de hecho huele a pueblo. A ver si me explico... a tortilla de las de antes, a chapiñones, a pisto, a embutido. El local es pequeño, desde luego no es bonito, ni la gente es chic, ni en sus fogones están (ni se le esperan) espumas ni demás florituras. Es lo que es. Los baños son horrorosos, pero la comida y la gente es especial.
Un vieja barra llena de tapas y cinco mesas de madera-aglomerado.
Cerveza para beber (aquí no me veo con voluntad de beber vino) y esta vez para tapear...
- Tortilla de patata y cebolla, muy buena.
- Champiñones, ricos.
- Bravas, dicen que las mejores de Valencia, muy, muy buenas.
- Longanizas con pisto, sabor y recuerdos a nuestras abuelas.
No tenían ajoarriero (en verano no lo hacen), con lo que repetimos embutido con pisto... mojando correcto pan y chorreándonos los dedos.
Las raciones no son muy grandes, pero cumplen con creces.
Buen trato, buena comida y muy buena RCP.
Volveremos sin duda.