Santa Úrsula, localidad del norte de Tenerife, es un auténtico balcón sobre el océano, que otrora fuera toda una sucesión de bancales de viñedos, castaños, palmeras canarias y en las zonas más bajas plataneras.

Hoy en día, Santa Úrsula es un despropósito urbanístico, una sucesión de autoconstrucciones chabolistas, que algunos se empeñan en llamar casas, cuando no de edificios construidos sobre los barrancos.

Sin embargo, en el sitio más inesperados, a escasos metros del centro, subiendo por una subida vertiginosa, a mano izquierda y entre viñedos, se preserva un resto de lo que fue un trozo de la comarca más bella de la isla, el Acentejo.

Rodeado pues de viñedos, y bajo la sombra de varias palmeras centenarias de inmensa altura, se encuentra una casita canaria antigua con todo su encanto. En dicha casita se sitúa el Guachinche (casa de comidas popular que teóricamente sólo se abre para vender el vino nuevo) Casa Lito.

Se puede escoger comer en el exterior, en la terracita cubierta o en el interior, bajo el techo de artesonado de madera de tea. Ambos sitios son fantásticos.

Comimos una excelente ropavieja, una infame ensalada, unos filetes de cerdo de proporciones colosales, un costillar reseco, hecho en la parrilla, un vino caliente de la zona "algo virado", y postres de la casa muy buenos. El servicio o mejor, la ausencia de servicio, es de lo peor del lugar.

Todo a muy bajo precio.