En Semana Santa fuimos de vacaciones al Bierzo y, por recomendación de una amiga que lo conocía, fuimos a cenar al restaurante Gato.
Situado en pleno camino de Santiago, con amplio aparcamiento, el restaurante despista al principio porque es muy grande (de hecho organizan bautizos y bodas) y no da la sensación de ofrecer comida casera, pero no es así.
Tiene comida típica del Bierzo (Botillo, pimientos rellenos) y platos que no son típicos, pero sí de la mejor calidad, con materias primas procedentes de la zona (verduras, patatas, huevos, frutas) y que le dan sabor casero, como los guisantes con congrio, callos con garbanzos, fabes con almejas y el salpicón de pescado.
Si no sabes qué plato elegir, la mejor opción es dejarte guiar por su encantador dueño, que sabrá aconsejarte dependiendo de tus gustos y del hambre que tengas, ya que las raciones son muy abundantes.

Con motivo de visitar una bodega en Cacabelos(Soto del Vicario), un pequeño grupo hemos acudido a la comida del mediodía a este restaurante,( que hemos elegido por cita de una Veremera de la zona y al estar referenciado en la último número de la guía Gourmetour) , a las 15,30 horas, pues tampoco por tanto, nos podíamos desplazar mucho más lejos.

Está localizado en un edificio nuevo, situado en una urbanización a la salida de Cacabelos a Villafranca del Bierzo, con un aparcamiento sencillo y fácil.

El local dispone de dos comedores a los que se accede tras atravesar una barra, con una decoración de tipo moderno-clásico (ya que se que son definiciones incongruentes entre sí, pero seguro que me entendéis) encontrándose a esas horas ya el comedor vacío, nos acomodamos en una mesa redonda los ocho comensales.

El local oferta, como pudimos apreciar en la puerta principal, de un menú del sábado a escoger el primer, segundo plato y postre a 20 €, pero lo nuestro no fue solicitado de forma sistemática, sino que con una buena simpatía responsable del local nos fue sugiriendo y sacando cosas que fuesen representativas de la cocina del lugar.

Empezamos con tres soperas al centro que contenían: congrio con guisantes, bacalao con callos y alubias con almejas.

Probamos casi todos de todo (con el consiguiente cambio de platos hondos por parte del servicio) gustando sobremanera en general el congrio con guisantes, seguido de los callos con garbanzos y en última posición, debido al resultar las alubias “pellejosas” , estas con las almejas.

Seguimos también centro con platos más frescos y menos sólidos, como fueron: ensaladilla de la casa, salpicón de trucha ahumada y salpicón de pulpo.

De probado a notables los dos últimos y con aprobado ramplón la primera.

De platos fuertes salieron al centro de la mesa: pimientos rellenos de carne, codillo y ternera estofada.

El nivel de notable el segundo, sobresaliente el tercero y un poquito más flojo por presentarse ligeramente seco el codillo.

De postres a cada comensal se colocó en un plato un surtido de los mismos que constaba de: profiteroles,, flan y no recuerdo que otra cosa,: a mi criterio no llegó al probado el postre.

De beber, a instancias de responsable, sin leer la carta de vinos, tomamos agua en abundancia como podéis comprender y para compensar creo que cuatro botellas de vino Luna Beberide La cuesta crianza 2009. El servicio del vino lo básico y lo esperado en estos locales, no puntuare en este caso, al no ver la carta, no saber el precio de lo tomado y al ser nosotros ocho en plan a ver qué tal lo comemos y como nos lo pasamos e íbamos con el vino a nuestro “aire”.

Unos cafés completaron la comida.

Al final con todo lo referido (que no es poco) salió a unos 25 € por comensal.

En conjunto creo que es un lugar a tener en cuenta, con una cocina representativa de la zona, donde yo destacaría a los platos de cuchara y los platos con fundamento como son los pimientos rellenos y la ternera estofada.

El servicio voluntarioso, diligente y el responsable del local muy agradable.