Al entrar uno se impresiona por la decoración, las sillas enfundadas en telas y las mesas con la suficiente separación para garantizar la intimidad. El vino fué lo mejor de la comida bien tratado y servido. Pero otra cosa es la cocina, es una pena que un género de tanta calidad sea maltaratado de esa manera. Casi todo el pescado que comimos estaba demasiado hecho y seco, en especial los langostinos de una ensalada de marisco. Tardaron bastante en servirlo y nos llegó algo frio. Quizás el mejor plato fué una tradicional sopa de pescado.
En el recuerdo me quedo con el vino, el trato de los camareros y las vistas desde el comedor.

Excelente cocina asturiana con toques innovadores, gran número de platos y raciones también grandes. Trato y servicio perfectos. En cuanto al vino la carta es escasísima y demasiado tradicional para un restaurante tan reconocido(2 rosados Mateus y Cigales), pero la temperatura y el servicio correctos. Tienen carta de puros.
Lo mejor las vistas del comedor acristalado a una de las mejores playas asturianas (La concha de Artedo). Repetiré por la calidad de su cocina.