Chiringuito en la orilla del rio

Pongo cocina castellana, pero es un mix de todo como se verá a continuación.
Se trata de un local situado en un jardín en la orilla del río Tormes justo enfrente de la catedral y con unas vistas nocturnas preciosas (me imagino que con buen tiempo y en la terraza a medio día también será espectacular).
Local cerrado (allí hace muchos meses de invierno) con ruido interno infernal, mesas más que juntas; servicio tipo chiringuito de playa pero a la orilla de un río. Aun así carta con aceptable variedad: desde pizzas hasta carne de ternera morucha; no existe carta de vino con limitadas opciones por copas. Eramos dos parejas.
Todo al centro: ración de aros de cebolla: muy básicos; verduras plancha que hubo que volver a pasar por plancha porque los espárragos plantaban cara, pero buenas de sabor y amplia ración; pizza Pachamama (de la casa) básica, con nombre de una diosa según explicaron; morcilla de Burgos en amplia ración, demasiado tiempo en la plancha y demasiado picante (?); generoso plato de cruceta (ó secreto) con algo de más grasa y por tanto muy sabrosa con buen punto de plancha (el planchista tenía un día de lo más irregular).
Para beber: agua grande correcta y la segunda fué de plástico (y se disculpó por ello: muy bien), fanta naranja y un tinto Solorca crianza muy aceptable aunque un poco de frío lo hubiera mejorado.
No hubo postre ni cafés. Ninguna cortesía de la casa. Servicio correcto, un poco desbordados de gente.
Lo bueno fué por una vez, la factura 48 €. Desde luego salva muy bien una cena rápida, y además con vistas excelentes.

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