O en grupo de amigos, o con ganas de pasar un buen rato...

Sidrería al estilo tradicional, quizás un poco adaptada, pero que en definitiva, ante la falta de una auténtica en la zona, puede dar el pego perfectamente. Su emplazamiento no es el ideal, en uno de los barrios de la periferia, aunque muy bien conectada. También es verdad que tal y como está orietada, es más dificil de concebir en el centro de la ciudad. Dispone de tres espacios, todos ellos con sus barricas. El comedor principal, formado por mesas corridas, aunque tienden a sentar de forma individualizada -nosotos eramos 6 incluídos dos niños, y perfectamente cabrían 12-, supongo que ante mayores afluencias, pues tenderán a juntar grupos pequeños, en dicha sala hay dos barricas y un tonelito de sidra más comercial y dulce. Dispone además de un jardín, tanto para que jueguen los niños, como para determinadas celebraciones, lo mismo que una bodega, que tambnién se puede reservar. El servicio es cercano y eficaz, y el propietario es un tío majísimo que a mitad de comida te lleva por los diferentes espacios y barricas, dándote a probar los distintos tipos de sidra que contiene cada una. Todo muy informal.

La comida queda un poco en segundo plano -no lo tengo yo muy claro-, peor en todo caso, se come muy dignamente, dispone de distintos menús, compuestos por varios platos al centro, y después un segundo a elegir, aunque la estrella sea el chuletón de vaca. En nuestro caso optamos por el menú sidrería (a 28,90€ por cabeza, mesas completas), compuesto por unos correctos y hermosos chorizos a la sidra (dos por cabeza), una buena -y en su punto- tortilla de bacalao, y una ensalada verde. Y de segundo un digno -bien en cantidad casi pasaría del kg, normal de calidad- chuletón vaca, que como te hacen -si quieres, vaya- levantarte media docena de veces en la comida, no tienen reparo en volver a echar al fuego cuantas veces haga falta, (lo mismo si al compartir, uno de los dos comensales quiere que su parte la pasen más), aun nos regalaron un par de cuencos, entre los primeros y los segundos, uno de garbanzos y uno de alubias, correctas igualmente. De postre pantxineta, que lo cierto es que ni me acuerdo que tal fue. Tienen otros menús (desde los 15 € del equivalente a menú del día, a los 38,90 del menú asador) y carta, pero creo qeu esto último se debe de estilar bien poco.

Para beber, sidra hasta reventar, aunque tienes al opción de pedir vino con los menús, otra cosa es que esté un poco fuera de lugar.

Total de cuatro adultos y dos niños (de 6 y 3 años) se fue a los 138.60 €, con 2 carajillos (4,50€ de los dos), 2 cafés con hielo (3€ de los dos), dos pachranes (a 3 € cada uno), y 9,50€ del menú infantil de uno de los niños, que en realidad fue el único detalle feillo, pues simplemente pedimos una sopa de cocido de la carta, que nos cobraron como menú. En todo caso, tampoco estropeó lo más minimo una gratísima y divertida comida.

Puntualizar que es el restaurante primigenio de la Cadena local Begiris, que se ha vuelto a escindir de ésta.