Estuvimos en Casa Mono el sábado al mediodía. El lugar es precioso y prometía, los platos parecían interesantes en la carta. Una vez sentados, esperamos por más de 10 minutos hasta que alguien vino a tomarnos el pedido de bebidas y servirnos pan. 15 minutos más tarde, sin recibir aún la carta el camarero nos preguntó si podía ya retirar los platos, atónitos le dijimos que aún no habíamos si siquiera recibido la carta. Mientras tanto, fuimos testigos como todas, y no exagero, las mesas que teníamos a nuestro alrededor devolvían platos.
Cuando finalmente, más de media hora después de habernos sentado, llegó nuestro turno, pedimos para empezar albondigas de verdura en tempura: las albondigas llegaron rociadas en miel, que quitaba toda la crocantez a la tempura, muy grasientas y con gusto a acaite demasiado usado. Para el segundo pedimos pasta, mi esposo spaguetti con verdura y yo lasaña de carne. Los spaguetti venían con unas verduras amarronadas muy poco atractivas y la lasaña con el queso quemado del microondas. Los spaguetti estaban tan pasados que mi esposo no pudo pasar más que un bocado. Y la lasaña era literalmente incomible, la salsa parecía haber salido de una lata sin más trabajo que una pasada por el microondas y la carne era escasa y sosa.
Otros diez minutos para poder pedir la cuenta, y al quejarnos sobre lo mal que habíamos NO comido la camarera nos despacho diciendo que éramos los únicos que nos habíamos quejado habiendo pedido pasta. Ni una disculpa, ni una atención y muy mala actitud al darnos el recibo.
No se dejen engañar por un precioso espacio. La comida es realmente lamentable y la atención deja mucho que desear.