Cena con vistas al Douro

Fuimos a este restaurante situado en una de las partes más turísticas y bellas de la ciudad de Oporto, en una calle adyacente a la famosa Riveira, porque habíamos leído varias criticas interesantes, así que sin mirar otras opciones nos fuimos directamente a su búsqueda.

Es un local pequeño, tendrá en total 15 mesas contando las de la terraza, en la que hay unas 7. Es un local sencillo, de ambiente acogedor y romántico, ya que desde la terraza se puede ver el Douro, eso sí aunque el restaurante no es muy grande, se aprovechan al máximo el espacio, lo que puede resultar un poco agobiante, ya que es fácil que coincidas espalda con espalda con la mesa de atrás.

A pesar de que en Portugal el horario de cenas es entre las 20 y las 21h en los lugares tradicionales, sobre las 21:30 nos pasamos por allí para preguntar si tenían mesa y directamente nos indicaron que esperáramos en el lateral, en unos escalones de piedra, donde había más gente esperando, lo cual denota el éxito del local, tanto con extranjeros como con autóctonos, algo que es muy interesante a tener sobretodo fuera de tu ciudad.

No esperamos mucho y en unos 20 minutos nos colocaron en una mesa de la terraza, ya que si queríamos cenar dentro teníamos que esperar más tiempo y sobretodo dentro hacía demasiado calor, eso sí cuando nos dieron la mesa nos indicaron que sí llovía no nos la podían cambiar.

Cuando nos sentamos en la mesa, directamente nos pusieron un plato con aceite y un cesto con pan. Ojo en Portugal se utiliza mucho la artimaña de servir entrantes que no has pedido y que en el error de pensar que son cortesía de la casa, te los comes muy a gusto y luego te los cobran igual de a gusto, en algunos locales te lo indican y en otros, como es este caso no.

Para empezar, el menaje era correcto excepto las copas que eran muy básicas y mejorables. Vimos que en otras mesas habían copas de más calidad, por lo que pensamos que cuando nos trajeran el vino nos las cambiarían, pero no fue así, tampoco nosotros lo pedimos.

Pedimos un vino verde, “típico” de la zona,muy fresco, fácil, que iba muy bien con la comida y con un precio muy competitivo, menos de 10 euros, como es habitual allí.

Revisamos la carta, bastante clásica y tradicional y nos decantamos, de primero por una sopa de legumbres. Se lo recomiendo a todo el mundo, sobretodo cuando ya hace frio, es muy típico en Portugal y aunque es un plato que no tiene complicación alguna, suelen estar muy sabrosas y son muy baratas, pedirlas suele ser un acierto.

Para pedir los principales, nos centramos en los platos del día que aparecían enunciados en la carta. Yo pedí pulpo rebozado sobre una base de arroz que a su vez contenía pequeños trozos de pulpo. La ración era generosa y el plato estaba muy rico,el pulpo estaba bien cocinado y en conjunto me pareció muy agradable. Mi pareja sin embargo, no tuvo tanta suerte. Se decantó por el plato típico portugués por excelencia y pidió un bacalao. Se lo sirvieron en una sartén con una guarnición de patatas al horno, la presentación no era especialmente atractiva pero si le daba carácter tradicional y casero. La ración era muy grande, podrían haber cenado perfectamente dos personas, pero para nuestra sorpresa el pescado estaba tremendamente soso, apenas sabía a nada, por lo que tuvimos que pedir sal y echarle bastante, y sobretodo y más importante, el pescado no estaba nada jugoso, es más estaba realmente seco y en boca era como si masticaras un chicle, ni echándole por encima parte del jugo mejoró la cosa.

Dado que las raciones eran bastante generosas, ya no pedimos postre y directamente pedimos un par de cafés.

Cuando pedimos la cuenta, no pudimos evitar decirle al camarero que el bacalao estaba muy seco, quien se quedó mirándonos con expresión de perplejidad para pasar a una de “estos no entienden”. La cuenta rondó los 50 euros, y nos pareció un poco caro, ya que en Portugal los precios son más asequibles que en España y sobretodo porque nos fuimos de Portugal sin haber probado un buen bacalao. Quizá el chef tuvo un mal día. En fin tendría que volver para comprobarlo.

Recomendado por 1 usuario
  1. #1

    Nowhereman

    A mí me ha pasado lo que dices cuando he visitado Portugal. Nunca he tenido la suerte de comerme unos de sus bacalaos tan afamados.

    Saludos

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