Local moderno, con mesas y sillas informales, Todo juvenil pero con gusto. El entorno magnífico, un hotel precioso, con hogueras en los patios interiores y muebles de diseño, muy del estilo de las revistas de decoración.
La carta tiene dos menús, dado que uno tenía arroz y era cena, optamos por el otro. La carta es breve pero con un selección interesante.
La comida es del terreno con buena materia prima local.
Primero nos han sacado una crema de zanahoria con coco y ralladura de mojama, muy sabrosa, y sin apenas notarse el coco que a mi me echaba algo para atrás.
Luego una crema de patata con huevo pochado y ralladura de trufa. Temía además bastante sabor a aceite de oliva. Quizá de Arebquina. Generosa ración y muy equilibrado en los sabores.
Coca de tomate, berenjena, pimiento y sardina. Un plato bien preparado, aunque quizá con mucha verdura y, a mi gusto, algo falto de un sabor dominante o sal.
Por ultimo un ternasco clásico, nada graso y bien elaborado, con algo de Romero. Lo más clásico y, menos arriesgado. El resto era cocina tradicional más actualizada.
De postre un helado de vainilla, con un dulce de naranja elaborado como el membrillo y crema inglesa. El dulce de naranja algo seco pero muy bueno de sabor.
Carta de viinos breve pero con selección interesante, con predominio de vinos de zonas próximas. Cada vino llevaba un comentario que hacia atractiva la elección. Las copas correctas.
En resumen, recomendable el hotel y recomendable cenar en él.