Cocina italiana casera
Pequeño restaurante de apenas seis o siete mesas, decoración ecléctica y curiosa, regentado por una familia germano-italianana, los padres se encargan de la cocina y los hijos del servicio. Las sillas son mejorables.
La cocina es tradicional italiana, pero casera, hecho que se refleja en los tiempos de servicio que en ocasiones comprenden una espera algo prolongada. Las bases de las pizzas muy buenas y crujientes y las salsas que acompañan a las pastas nada pesadas. Las ensaladas son generosas en tamaño, muy variadas y bien aliñadas.
La carta de vinos es muy corta, creo recordar que está compuesta por apenas diez referencias. La cristalería muy básica, de cristal grueso. El servicio del vino funciona en regimen de autoservicio.
He comido en este restaurante en un par de ocasiones y las dos han han constituido experiencias satisfactorias, en la última ocasión tras compartir entre todos los comensales varias ensaladas, fiambres y quesos, cada uno eligió un principal (sphaguettis, tagliatelis, pennes, etc.) y de postre la mayoría nos decantamos por una excelente y casera tarta de manzana. Con cervezas, una botella de vino siciliano de la variedad nero d’avola que estaba más que correcto y cafés, por 20 euros por persona.