Cierta decepción

Casi un año y medio después de mi última visita/reseña, repetimos 4 personas para cenar en este local. Era ya la cuarta vez que lo visitaba y siempre salía satisfecho, pero esta última vez mi sensación ha sido de cierta decepción.

El local es el mismo, la decoración selvática, el ambiente exótico lleno de plantas trepadoras y flores y la disposición de las mesas, rodeadas de canales de agua con peces gigantes hacen que sea un local muy atractivo y sorprendente. Ideal para una cena romántica. Pero las similitudes con visitas anteriores se quedaron casi ahí. La cocina no ha evolucionado demasiado, es más, muchos de los platos parecen ahora faltos de una pasión que antes sí que se encontraba. Siguen teniendo 3 menus degustación, de 9, 11 y 14 platos (además de dos postres en todos ellos) a unos precios de 38, 45 y 65 € + IVA respectivamente, bebidas a parte. Elegimos el menú corto, que para cenar nos pareció suficiente. Bien, pues la pasión a la que aludía se echó en falta en algunos platos absolutamente anodinos, como la carne picada con tiras de pepino crudo (así, sin más y sin apenas aderezo que la alegrara) o numerosos platos que repetían ingredientes como el coco; Sí, es cierto que esta cocina del sudeste asiático posee ciertos elementos que nunca faltan y que son comunes a muchos platos, como el coco, el cilantro, el picante o los aromas cítricos y herbales, pero repetir coco en 4 platos y un postre de un menu total de 11 pases, me parece demasiado hasta para los fanáticos de dicha fruta. En general, tuve cierta sensación de "repetición" en muchos platos, cosa que no me había pasado anteriormente. Algunos fueron sorprendentes (pocos), pero en la mayoría se detectaba cierto "cansancio", falta de originalidad y pasión...

Otro de los aspectos fue el del servicio: Recordaba un personal -oriental en su totalidad- algo frío en el trato, pero con soltura y eficacia durante toda la cena, controlando correctamente los tempos del servicio, eficaz y con un dominio perfecto del idioma . Esta vez, varios de los camareros demostraron repetidamente no estar a la altura y encontrarse casi desboradados con el local al 60% de capacidad, además de tener un bajo nivel para entender y hacerse entender en castellano: Errores varios, servicio atropellado, constantes olvidos (la cuenta la tuvimos que pedir 3 veces) y cierto atolondramiento al traer y llevarse los platos. Un aspecto que sin lugar a dudas ha decaido.

El servicio del vino, pues irregular. La carta tiene las mismas referencias de siempre, sin apenas novedades respecto a años anteriores. Destaca un apartado de la carta con vinos blancos recomendados que, por sus cualidades, maridan con este tipo de cocina. Bebimos 3 botellas de Gramona Gessamí, a 17€ cada una (precio X2). Copas Schott, correctas. El camarero trajo el vino con su corresponciente cubitera, lo dió a catar (a mi) y ya no sirvió a ningun otro comensal, ahí terminó el servicio.

El total para 4 personas ascendió a 230€, un precio que me pareció correcto en anteriores visitas pero que me dejó la sensación de que ahora ya pagas, sobretodo, por el local, y menos por la comida/servicio recibidos, una pena. Un lugar al que siempre he tenido ganas de volver para una cena agradable en pareja o con amigos, aunque me parece que tardaré en volver. Si es que lo hago.

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