Siempre había tenido una ligera animadversión hacia los restaurantes de los hoteles, quiza porque en León la oferta no es muy variada y la que existe esta dirigida a bodas, comuniones y demás eventos multitudinarios, quiza también porque los restaurantes estan "escondidos" dentro de los hoteles, quien sabe...etc. Pero al ver anunciada la IV semana gastronomica (el hotel suele hacer jornadas gastronomicas del buey, de las setas..etc) de la cocina gallega, decidi probar.
Cuando un viernes noche , te encuentras el más bien pequeño comedor semi-vacio y con una media de edad dos decadas superior a la tuya (y eso que uno ya esta más cerca de los cuarenta que de los treinta), deberian activarse las alarmas.
Carta de vinos hiperclasica, con lo que yo denomino el "misterio de la botella desaparecida", pido un vino...se les termino, pido otro...no lo tienen, que te dan ganas de decir...pues digame que tienen y no me traiga esta carta de vinos de ciencia-ficción. Servicio del vino correcto, temperatura, copas adecuadas, pero con , a mi juicio, la mala constumbre de alejarte la botella, bebiendo al ritmo que marca el camarero. Atención en general profesional pero con un deje de "naftalina".
Comida sabrosa, buena materia prima, aunque raciones escasas y una RCP rallando la extorsión. Mesas bien separadas, comedor agradable...lastima que parecie una excursión del inserso. No merece la pena, no le dare una segunda oportunidad.