Mira que hace años que está abierta esta franquicia en múltiples ciudad es de España, pues todavía no había estado yo en ningún local.
Quieras o no ya llevas un poco en la cabeza lo que esperas encontrar, y en esta ocasión es justo lo que pasó, comí exactamente lo que pensaba: para empezar entrantes a base de picadillo, chorizo en cazuela, jamón ibérico, pimientos del piquillo con atún y morcilla.
Salvo los pimientos con atún, muy flojos, el resto estaba rico y bien condimentado, sobre todo la morcilla de arroz con su punto picante.
De segundos para compartir costillicas sobre brasas, afortunadamente no olían nada, y lechazo; ambos dos platos sabrosos y abundantes. Como acompañamiento lechuga con tomate, un punto negro, calidad muy pobre y aderezo también muy poco cuidado. La buena carne hubiera merecido algo más.
De postre un trozo muy rico de hojaldre con nata y crema pastelera.
Con los cafés unos chupitos de pacharán y pequeñas rosquillas fritas, buen detalle.
Pan de un tipo, lo más original, a mitad de camino entre la chapata y la cañada.
Servicio correcto y eficiente, menaje en condiciones.
El vino ofrecido a toda la mesa, éramos unos 20 comensales fue un Vega Izán que estaba bien, copas muy corrientes.
En fin, si la comida castellana tiene lugar en uno comedor decorado con muebles acordes con la zona pues la conclusión es que sorpresas ninguna. Ahora bien la calidad global me pareció buena y comí bien salvo esos dos detalles. Me invitaron y no sé lo que costó por lo que no puedo valorar la RCP.