Bistrot-Lounge de ambiente desenfadado y moderno en el barrio de Benimaclet, en una perpendicular a Emilio Baró. El local tiene forma de L, con decoración en blanco y una serie de mesas alineadas junto a un banco adosado a todo lo largo de la pared.
En la carta predominan platos franceses, aunque no todos lo sean. Pedimos una ensalada César, una galette y una fondue savoyarda. La galette es una torta de trigo sarraceno con diversos ingredientes (brie, salmón, embutidos, jamón, miel...) típica de Bretaña. Nos decantamos por una verde que estaba estupenda, como entrante. De principal pedimos una fondue savoyarda, con distintos tipos de queso. No nos convenció ni el sabor ni la cantidad. Lo mejor, la tarta de chocolate de postre, contundente, sólida y adictiva, y el café.
Selección apañada de vinos, tanto blancos como tintos, aunque sin referencias francesas, curiosamente. Nos decantamos por un Pago de los Capellanes roble (18,90€), valor seguro.
Servicio amable y atento e invitación a mistela.