Antes de nada, estoy un poco confundido, el local de Córcega, 200, se identifica como Restaurante Gaig, no fonda, y las fotos colgadas, no se corresponden con el local de Córcega, a no ser que lo hayan renovado por completo, bueno, en cualquier caso, los detalles en: www.restaurantgaig.com.
El local es muy elegante, zona de recepción y espera separada del comedor que es amplio, con las mesas muy bien dispuestas y muy bien vestidas, sillas cómodas, decoración con clase y además acogedor, mucho estilo.
El servicio es muy profesional en todas las personas que te atienden, la recepción, la persona que te toma nota y te resuelve todas las dudas de una manera eficaz y extremadamente amable, los camareros, explicando todos los platos, retirando las migas de pan, etc...
Te reciben (y te despiden) con unos entretenimientos donde domina lo dulce, mini magdalenas, mini galletas... para mi prescindibles, quiero decir que los cambiaria por algo salado.
Empezamos a revisar la carta y noacabamoss de decidir, una mezcla de la cocina tradicional de Gaig y de platos mas contemporáneos y elaborados. Eramos un mar de dudas, nos recató el caballero que nos tomaba nota, profesional, educado y muy amable, disipando todas las dudas, ofreciendonos el menú tradicional (53€) que ahora os empiezo a relatar.
Empezamos con un aperitivo, una navaja en jugo de lima, explosión, no sabemos que era mejor, el jugo o la navaja, lo cierto es que las dos cosas juntas estaban muy buenas.
Una primera ensalada fresca para empezar, ensalada de judías tiernas, tomate y langostinos, judías al dente, trocitos de tomate, dos langostinos y un crujiente encima, presentado en molde redondo, bueno, una ensalada, el punto lo ponen las judías tiernas, muy en su punto.
El canelón tradicional con crema de trufa, clásico de Gaig, que evoca los canalones de antes, a los sabores tradicionales de la abuela, un relleno sabroso y punto diferenciador de la trufa, una crema suave.
Un suquet de merluza, con fondo de patata y cebollas, el pescado en su punto, un caldito muy sabroso que empapaba la patata y la hacía muy sabrosa también, un conjunto bastante redondo.
Para acabar cochinillo crujiente y deshuesado con estados de piña, un cuadradito de cochinillo, este fue el único plato en el que la ración me pareció un poco escasa, eso, o que estaba tan bueno, que se me hizo muy corto, probablemente las dos cosas.
Con su inseparable piel crujiente, muy tierno, cocinado en su punto, encima de su jugo y un poco apartado, una salsa-crema hecha con piña con un taquito de piña.
El postre, incluido en este menú, la innovación de la crema catalana, una copa grande, mousse de crema catalana, con un helado cremoso de café dentro y una base cítrica y potente. Muy bueno, gran colofón.
La carta de vinos no es una carta, es un libro....debidamente encuadernado, muchas referencias de todas partes, bastante subidas de precio, al menos el servicio es esmerado, copas Riedel, por supuesto el vino servido a temperatura, del servicio de las copas se encargan ellos, pero con mucha sutileza, generalmente aprovechan a llenarlas entre plato y plato, una persona retira platos y otra llena la copa, así que no interfieren durante la conversación mientras estás comiendo, inteligente estrategia, no obstante, la botella está a tu alcance, por si bebes rápido, pedimos un Gotim Bru (21 €).
Cerramos con un cortado.
En definitiva, un restaurante con clase y profesionalidad a raudales y buena cocina.