Las tapas son divertidas, las tapas son lo típico de Granada, las tapas son económicas... pero las tapas destruyen. O al menos nosotros acabamos un poco saturados del tapeo, que suele ser a base de frituras. Así que huyendo de la típica oferta de tabernas, bodeguitas y bares, acudimos a este restaurante japonés en Granda, que en principio habíamos desechado por aquello ser coherentes con disfrutar de la gastronomía local.
El caso es que acudimos a este restaurante japonés ubicado en la bonita Carrera del Darro. Tras un paseo desde el Mirador de San Nicolás, bajando desde el albaicín por el Paseo de los Tristes, encontramos este pequeño restaurante por el que se accede cruzando el puente Cabrera.
Decoración moderna que rompe con las formas más clásicas del resto de la ciudad, con mobiliario cómodo y creando una atmósfera sosegada, que es lo que buscábamos.
Tomamos un plato de sushi y sahimi variado con buena proporción de pescado y arroz en los niguiri y los maki y un pescado de muy buena calidad. Los cortes del sashimi gruesos, muy frescos y perfectos de sabor.
Como especialidad de la casa nos recomendaron el maguro (atún) al estilo Tokyo que es de los platos japoneses que no más me han gustado. El taco de pescado perfecto de cocción, ligeramente tostado por fuera y casi crudo por el centro. La salsa estaba muy muy buena, con un punto caramelizado que le aporta un flambeado de whisky y un guisado lento de verduras y pescado. Aún me relamo cuando lo recuerdo.
Acabamos con un tiramisú de helado de té verde que me dejó gratamente sorprendido. Tras apartar una nata infame de esas de espray (¿cuándo las prohibirán?) el corte de éste tiramisú tan original no sólo es bueno de sabor, con el típico contraste de los helados de té verde con ese punto dulce y amargo, sino que además tiene un juego muy divertido de frío/calor. La base está ligeramente templada y la parte superior está aún semicongelada, por lo que en boca se funde dando un juego de sabores y temperatura.
La carta de vinos ya es otro cantar... Se cuida más el tema de la cerveza que el del vino, con una variedad más amplia y, por lo visto en el resto de mesas, la aceptación es bastante buena por parte de los clientes. Aún así se puede probar alguna cosa correcta de precio y con unas copas mejorables pero correctas.
Si vas a estar varios días por Granada, merece la pena invertir una cena o comida en este restaurante que además se encuentra en un entorno precioso.
nos lo merecíamos en Granada, desde que cerró el pequeño e íntimo Momotaro que tanto se echaba de menos.
El restaurante está justo al otro lado de la Acera del Darro, a unos 100 metros de Plaza Nueva. Local de unos 80 metros cuadrados, calculo, con cocina a la vista, dos o tres camareros, y dos o tres personas en cocina, japoneses (o al menos hablaban entre sí en japonés) la mayoría. No tienen, aparentemente, novedades espectaculares,pero lo que tienen lo hacen muy bien, el sushi y los maki muy frescos y a un precio magnífico: 12 euros por 24 piezas (salmón fresco, salmón marinado, atún rojo, dorada). Para la niña pedimos unos fideos yanisoba con un suave regusto de miso que a mí me pareció una alegría pero que a mi hija de 7 años le resultó raro.
De primero compartimos una ternera exquisita con una salsa de frutas del bosque y en su punto, y un magré de pato teriyaki un pelín seco pero muy sabroso.
Para beber, una cerveza Kirin suave como la seda, y una botella de Calvente blanco (21 euros), que para eso estamos en Granada.
En total, 84 euros la cuenta por todo. Repetiremos, sin duda, y con ese precio, dejaremos de comprar el sushi congelado del ALDI e iremos directamente allí a comprarlo.
Absolutamente recomendable.