Entre rosas, viñas y oliveras.

Durante nuestro fin de semana en el Alt Empordà, nos alojamos en el Hotel Mas Renart, de Mollet de Peralada (ver comentarios en hoteles) y aprovechamos para conocer su restaurante que se autodefine como Km 0.

El bonito restaurante se encuentra en una preciosa masía del siglo XVII situada en plena naturaleza en medio de viñas y olivares, con un hermoso jardín de rosas. Está restaurada con mucho gusto por sus propietarios, Lluis Freixas que está al frente de los fogones y su esposa Elke Embo que esta al frente de la sala.
Los comedores, muy bien decorados , con preciosos techos en "voltes de canó" (bóvedas de medio punto), son una mezcla de arquitectura clásica catalana y de esculturas contemporáneas en hierro forjado y oxidado. Estas esculturas, diseminadas por toda la propiedad, han sido creadas y modeladas por Elke, anfitriona muy simpática y agradable, y en su mayor parte están íntimamente relacionadas con el mundo de las rosas...
Las mesas están bien presentadas, bien separadas las unas de las otras, buenas copas. El servicio es correcto, sin más.
Tienen una bodega con más de 80 referencias, principalmente del Empordà. Han estado premiados 2 veces con el 3er premio para la mejor carta de vinos de Cataluña Cartavins 2008 y 2009. Me esperaba, por este motivo, algo más en el servicio del vino que no llegó ...

Proponen 2 menús y la carta. Nos decidimos por el menú de la rosa a 34 € por persona, más algunos suplementos.

Para empezar, mientras decidíamos lo que íbamos a cenar, nos ofrecieron una copa de cava, con unas arbequinas y unas chips.

De primero compartimos un entrante frio, jamón ibérico con pan con tomate, abundante y sabroso y un entrante caliente, canelón de pato con salsa de foie ; el canelón estaba bueno pero la salsa estaba ligeramente fría lo que no hacia gala al plato.

De segundo, tomamos lo mismo mi esposa y yo, una espalda de cabrito a la brasa, acompañada de patatas fritas y pimientos. Excelente producto, buena cocción y muy sabroso.
Para finalizar tomamos un crep con mermelada de higo y un crep con chocolate caliente, que estaban lejos de dar la talla...

Finalizamos con 2 cafés. Regamos la comida con un tinto del Celler Arché Pagès, un Bonfill 2006, ( garnatxa negra 65%, Carinyena 30% y Cabernet sauvignon 5%) vendimia manual, con una crianza de 14 meses en barrica de roble francés, potente y equilibrado. (90 Guía Peñin)

El pan con el que acompañamos la cena, era malo y congelado, no era ni mucho menos Km 0, Para nosotros el pan ocupa un lugar importantísimo que puede hundir una buena comida... ( no comprendo muy bien porque en el desayuno del hotel sirven un buen pan de pagès y luego en el restaurante te encuentras con esta desagradable sorpresa)

Pagamos 47,65 € por comensal, RCP buena. Es un restaurante que, a priori, ofrece buenos productos de temporada, pensamos que debería potenciar más el servicio, la cocina e igualmente la bodega. Si se está por la zona no es una mala opción. Seguramente volveremos si nos alojamos de nuevo en su bonito hotel.