Antes de volver a casa, parada para comer cuatro personas en este céntrico asador de Tafalla con buena separación entre mesas. Nos ubicaron en una junto a un gran ventanal tras el que se encontraba la parrilla en la que lentamente se hicieron los dos estupendos chuletones de buey que hacían el papel de plato principal del menú cerrado que disfrutamos.
Como primeros platos para compartir, unos buenos pimientos del piquillo de Lodosa rellenos de merluza y gambas unos y de carne otros, y una cazuela de chorizo a la sidra (correcto sin más). A continuación dimos buena cuenta de los ya mencionados chuletones presentados sobre brasas. Carne tierna y sabrosa. Terminamos la faena con unas cuajadas, dos normales y dos en versión tarta.
El Gran Feudo que incluía el menú fue sustituido sin coste alguno por un Inurrieta Cuatrocientos Crianza 2014 que se portó muy bien.
Menaje correcto y buen servicio.
LLegamos a Tafalla y dado que era la hora de comer preguntamos por un asador aceptable. Tuvimos la gran suerte que una joven nos orientara ( no es facil encontrar lugareños que tengan gustos a los propios...) y nos recomendó el Beratxa. Es un lugar muy centrico que pertenece a un hotel del mismo nombre. El salon es pequeño y solo habia 4 mesas pequeñas y el resto estaba montado para celebraciones navideñas que nos dijeron llegban a las 15:00. Afortunadamente era temprano y cuando llegaron los grupos nosotros estabamos en el pacharan de la zona... Se ocuparan otras dos mesas pequeñas. El camarero, atento, nos dió las cartas y vimos que habia un menu fin de semana con primero segundo y postre que realmente era una composicion de los platos de la carta ( excepto cordero y cochinillo asados). El precio 30 euros con Gran Feudo crianza y cafe. Pedimos:
-Cogollos con ventresca: muy buenos. Si bien el cogollo no tiene mucho "misterio" en ningun sitio, aqui hay que destacar la estupenda vinagreta del aliño y la buena calidad del atun.
- Piquillos rellenos de carne. No los probé pero creo que buenos
- Dos solomillos al punto. Aqui nuestra sorpresa al encontrarnos con dos tremendos solomillos ( nada de pequeños trozos de menu...) al punto perfecto y gran calidad. Acompañados de piquillos y patatas.
El vino, muy correcto para el precio y personalmente es un vino de los que llamo "de diario" que sin ser excelente, no disgusta
De postres una tarta de queso casera sin mas y una cuajada casera muy buena.
Rematamos con dos pacharanes que nos recomendo el camarero diciendo que si bien ya no hay caseros al estar prohibidos, nos ofrecia uno de la zona ( no recuerdo el nombre).
Todo ello por 65,50 ¡¡