Agradable local que parece esconderse en la céntrica C/Bilbao de Zaragoza. Tras la barra, una buena barra de tapeo, se encuentra este restaurante tipo taberna de decoración rústica aragonesa, con ladrillo caravista, arcos encalados y suelo de barro cocido.

Buen ambiente, cálido, amigable, alegre.

Cocina tradicional, especializada en carnes.

Cenamos, todo al centro:

• Ensalada de ventresca. Variada, correcta.
• Huevos rotos. Se dejaban comer, nada de especial.
• Carpaccio de bacalao sobre algas. Buen bacalao bien trabajado sobre las algas. Sabroso y original.
• Milhojas de bacalao. Delicioso, el mejor plato de la velada. Iba laminado, las hojas eran de una pasta fina de patata y estaba recubierto de una suave mouselina.
• Dados de ternera con ajos. Me sorprendió su sabor potente y concentrando. Pregunté si se debía a que estaban previamente adobados, pero me dijeron que no, que estaban muy cocinados con buen aceite y muchos ajos. Riquísimos.
• Cabrito con patatas y pimientos. Era lo que más se anunciaba, parece ser que es el plato estrella del restaurante, pero a mi no me gustó. Cierto es que el cabrito no es de mis carnes favoritas, siempre la encuentro de textura un tanto “difícil”. En este caso el plato estaba bien ensamblado, en un “totum revolutum”, con sus trocitos pequeños de cabrito, sus patatas y sus pimientos, pero el cabrito, aún sabroso, estaba como gomoso.

Carta de vinos discreta, con alguna buena referencia como ese gewurztraminer de Viñas del Vero y esa garnacha de Fagus de los que dimos buena cuenta, sin trato especial pero en copas de calidad.

El servicio, comandado por el propietario, es cercano, simpático y eficiente, lo que, unido al buen ambiente y a la notable RCP, invita a volver algún día a tomar otra vez ese milhojas de bacalao y esos dados de carne con ajos, además de una fondeu de salchichas muy interesante que vi que estaban disfrutando en otra mesa.

Por cierto, en Rinconete... no tomamos Cortadillo... ;-)