La campiña en el plato.

Constituye la esencia de lo que es una Inn (consta de 7 habitaciones), de los Cotswolds, con restaurante.
Su decoración es acogedora y cálida. Destacan las mesas, ninguna es igual a otra; nos explicaron que las mesas, eran mesas abandonadas, o que iban a serlo por los vecinos de la localidad, y, que, habían sido restauradas por ellos. Gran sentido práctico.
Sencilla cristalería y cubertería.
Bodega con referencias francesas, aceptable, sin más. Precio de los vinos, relativamente, comedido.
Servicio joven, amable, con interés.
Recetas locales con predominio del pato, faisán y venado, conforman una carta corta pero bien estructurada. Los productos utilizados, son fresquísimos y proceden de las granjas próximas, por ello, no es de extrañar, que, lo publicado en la carta, sea sustituído, si el mercado, así lo exige, por otra elaboración.
Especial mención corresponde a los quesos. Tuve la ocasión de probar unos quesos ingleses de cabra y de oveja. Por textura, pureza de sabor, frescura y óptimo punto de maduración, resultaron sorprendentes; nada que envidiar a los nuestros, a los franceses o a los italianos.
Postres típicos ingleses: crumble y custard.
Está bien. Simpático.
Recomendable.
El precio es sin vino.

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